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Actualizado 30/6/07 23:57

 

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30/06/07
Concurrido acto por Amer Francisco “Curro” Iriart
Hubo varias reflexiones en la mañana del sábado durante la colocación de una baldosa en su memoria. “Le preocupaba mucho la mediocridad”, marcó una compañera del secundario. Recordaron su militancia y compromiso.

El recordatorio a "Curro" Iriart tuvo una importante participación en Mercedes .

Emotivo y concurrido fue el acto de colocación de una baldosa para Amer Francisco “Curro” Iriart, uno de los desaparecidos de esta ciudad, frente a su casa familiar que hoy es sede de una dependencia del Poder Judicial, en calle 28 entre 25 y 27 de esta ciudad.

Pasadas las 12 de este sábado, en nombre de la Comisión Municipal por la Memoria y Familiares y Amigos de los Desaparecidos, Hugo Bonafina agradeció al intendente y los funcionarios por su presencia, así como a la gran cantidad de jóvenes, amigos y compañeros que se acercaron al acto, y a Walter Perruolo, quien cerraría con música la hora de reflexiones compartidas que siguió a la colocación de la baldosa, por parte del albañil “Mecha” Ramírez frente a Mercedes Juárez (la esposa de “Curro”), y Paula Iriart (su hija) y Nora Iriart (su hermana).

En principio y ante una importante cantidad de público que se paró en la calle para compartir el momento de la colocación de la baldosa y el homenaje, Bonafina leyó la ordenanza con la que el Concejo Deliberante en una sesión de mayo sobre tablas y por unanimidad autorizó la colocación de la placa en homenaje a Amer Francisco Iriart en 28 nº 319, entre 27 y 25, actual propiedad del Poder Judicial de la provincia, explicando que se trata de una baldosa de 50 x 50 centímetros con un grabado en el que se recuerda que este edificio es la casa natal y donde vivió Iriart, quien por razones políticas fue secuestrado por la dictadura militar el 4 de junio de 1977 y desde entonces permanece desaparecido al igual que otros 16 mercedinos y miles de personas en todo el país.

En el lugar estuvieron varias figuras que son conocidas en el ámbito político local. Desde Mercedes pudo verse tanto al presidente del Concejo, Martín Zubeldía, como al jefe comunal Carlos Selva. También hubo otros pre candidatos y referentes del PJ como son el concejal David Valerga, el mandato cumplido Juan Carlos Benítez, el contador Edgardo Gorosterrazú o el referente kirchnerista Pablo Banchero.

A Paula, la hija de “Curro”, la acompañaron otros hijos como Mariano Goicochea o Eduardo De Pedro. A Mercedes, su esposa, la contiene y apoya el grupo de familiares y amigos, cuyos integrantes estuvieron frente a la casa de los Iriart.


“Esto es un pequeño ritual de lo que se nos sigue imposibilitando", marcó su hermana.

Nora, la hermana de “Curro”, agradeció un principio a los amigos de la infancia: “Jugábamos en esta casa, en esta vereda. Hoy nos tenemos que reunir para poner una baldosa recordatoria a los 30 años de su secuestro y desaparición. Esta baldosa tiene como objetivo mantener viva la memoria de Curro, la integridad, la nobleza de sus sentimientos. Recordar es la única forma de tomar conciencia de lo que nos ha sucedido. Mantener viva la memoria de Curro para que esto no vuelva a repetirse, es devolverle la identidad a los compañeros desaparecidos y es darle un lugar de presencia y este, el lugar público, es un lugar suyo por excelencia”, dijo y bregó por un futuro en el que “nunca más nos encontremos con el terror y la desesperación”. Además, comentó que los mismos familiares confeccionaron la baldosa con el apoyo de los vecinos de Almagro. “Esto es un pequeño ritual de lo que se nos sigue imposibilitando. Porque si bien sabemos lo que nos ha sucedido como país, no nos es posible aceptar cabalmente la desaparición de Curro dadas las terribles circunstancias en que esto sucedió. Nunca supimos su destino final, sus padres presentaron los recursos correspondientes, fueron  ante la Iglesia, ante cada posibilidad que había y siempre la misma respuesta: el vacío. En democracia se presentó la denuncia ante la CONADEP, tampoco pudo saberse nada de Curro. Finalmente recurrimos al equipo de Antropología Forense que hace un trabajo muy serio para poder reconstruir concretamente la historia de esa época y poder entonces al menos encontrar sus restos y tampoco hemos podido hallarlos. Por eso creemos que acciones como estas nos ayudan a ir hilvanando, suturando algo de aquello que fue desgarrado tan atrozmente y que permanece en nosotros como una herida abierta y cortante, que nos acompaña permanentemente, pero a su vez como nos acompaña el dolor nos acompaña el recuerdo muy fresco de Curro. El recuerdo de sus convicciones, de su generosidad, y de su bondad. Era de un carisma particular, una persona excepcional. Estaba comprometido en la construcción de una sociedad con mayor igualdad, solidaria, más justa. Y esa característica si bien tiene que ver con su personalidad ha sido la constante del clima familiar que vivimos en esta casa, y crecimos juntos ya que nuestros padres vivieron con el mismo objetivo en las funciones que les tocó desempeñar. Así se vivía naturalmente en esta casa, era la atmósfera que se respiraba. Siento orgullo de haber tenido los padres que tuve y de ser la hermana de Curro”, dijo Nora Iriart y anunció que se colocaría la baldosa. “Lo hace un compañero de esa época”, marcó Nora y “Mecha” Ramírez procedió a la colocación, ante las cámaras que captaron el momento y los aplausos de los que estaban en el acto.


"Mecha" Ramírez da los últimos retoques al trabajo tras la colocación de la baldosa

“Barrios Por la Memoria” apoyó la realización de este acto y la confección de la placa, a su vez se leyeron algunas palabras alusivas, y luego Diana Manos, de la Comisión de Familiares, recordó que “Curro” compuso a los 12 años el tango “Tacho Viejo”, entre otras minucias de su vida que pintan a su persona, su talento, honradez y cariño. Su esposa y su hermana lo definieron a través de las palabras leídas por Manos como “un militante íntegro y comprometido que soñaba y luchaba por un mundo más justo, más humano, más parecido a lo que el mismo era. Lo anormal, lo aberrante, llego poco después, cuando a sus 25 años, un día como el de hoy, el 4 de junio de 1977, la dictadura militar que encabezaba un vecino de esta ciudad, de la calle 29, lo desapareció. Al precoz autor de Tacho Viejo, al brillante alumno del Nacional, al militante ejemplar, al mejor amigo, se lo tragó la peor pesadilla de la Argentina contemporánea. Quienes lo secuestraron no podían componer ni un silbido, no sabían soñar porque sólo conocían el mando y la obediencia. Sólo mostraron talento a la hora de aplicar el exterminio. No hemos podido saber nada de él desde entonces, qué ocurrió con Curro y con otros como él”.

“Sus amigos, su familia, lo seguimos soñando, soñamos también con un tribunal que finalmente pueda decirnos qué ocurrió, juzgue a sus victimarios, y entonces será justicia”, completó.


"Era un ser excepcional", dijo una de sus compañeras de la secundaria

Del Nacional
En el acto habló también una compañera del secundario, de la promoción 68 del Nacional, Diana Chillida, quien desde lo emocional conmovió. “Fue un orgullo haber sido compañera, fue un honor haber sido su amiga. Esto es un sello vivencial que no se puede transmitir quizás. Es fácil hablar de Curro, nos solucionaba todos los problemas, no teníamos ningún trabajo al elegir mejor compañero: era Curro; mejor abanderado, Curro; quien bailaba en un acto, Curro. Esto era muy natural, no nos dábamos cuenta. Pero con el paso de la vida nos dimos cuenta de que era un ser excepcional. Tan solidario, compañero, buena persona, generoso. No recordamos ningún acto mezquino de Curro y esto tiene su escuela familiar. Al ser compañera y amiga también nos solucionaba un montón de nuestros problemas. No teníamos que pensar dónde nos íbamos a reunir: en la casa de Curro, sino en la quinta. Nosotros éramos amigos de la familia, de Mary, que era tan generosa y tan carismática que estaba siempre, aún cuando cuidaba, discretamente. La familia era nuestra conocida, y hasta el casero de la quinta. Esto era generoso y solidario, y eso se respiraba cuando veníamos acá, se escuchaba música clásica. Curro escuchaba a Los Gastos y a Los Beatles. A veces tocaba el piano, y era tan natural. Hacia los 16 años Curro leía El hombre mediocre y era tan natural, ya que le preocupaba mucho la mediocridad. Le preocupaban las políticas que desarrollan la capacidad social, potencial, económica del hombre. Era un ser excepcional, que adoramos y que extrañamos mucho”, dijo su compañera del secundario y recibió aplausos.

Fernando Santarciero, alguien que se crió con él, destacó que a pesar de los 10 años de diferencia que le llevaba nunca sintió la diferencia. “Aprendí cómo se puede dar todo a cambio de ver la alegría y el progreso de los que menos tenían: mantengo intactas imágenes de Curro construyendo veredas, discutiendo temas que yo no alcanzaba a comprender, y también el casamiento que junto a Mercedes organizaron en el Barrio Obrero con quienes él siempre amaba”, dijo entre otras cosas, asegurando que tiene guardadas la solidaridad, el amor por los demás y la entrega absoluta de Curro: “Hoy, 30 años después te extrañamos y pedimos justicia por todos los compañeros que como vos lucharon por una sociedad mejor. Por lo que nos diste, gracias”, dijo Santarciero.


"Tenía una curiosidad y capacidad de asombro permanente", dijo Martín Caracoche

Recuerdos y más recuerdos
Hubo tiempo también para los recuerdos de una compañera de la madre de “Curro” y preceptora del Nacional. Y también para que hable el hoy presidente de la Comisión de la Memoria y amigo de “Curro”, Martín Caracoche, quien participó agradecido del recordatorio con un recuerdo extenso para el compañero.

“Recordé muchas cosas de manera súbita y acelerada”, dijo Caracoche y dio testimonio de la vida compartida.

“Fue importante el tiempo compartido. Lo conocí tras mi experiencia universitaria, y acompañaba a un proceso nuevo de gente joven que trataba de formarse los unos a los otros con la menor influencia posible de los adultos. Esto nos dio la posibilidad de comprender otra perspectiva con otros matices para completar lo que aquí se dijo. Curro había comenzado sus estudios universitarios y había descubierto que la vida universitaria era mucho más que la posibilidad de acceder a una carrera profesional”, dijo y destacó su inteligencia, solidaridad y la solidez de convicciones. “Era un tipo curioso, se puso a hacer un taller de teatro en Buenos Aires, un tipo al que le asombró el universo que había allí, y le asombraba participar de eso. Tenía una curiosidad y capacidad de asombro permanente, lo que llamaba la atención”, comentó sobre Iriart y recordó la participación de “Curro” en agrupaciones estudiantiles. “Me llamó la atención su capacidad peculiar para aprovechar la oportunidad que la vida le daba de hacer su vida propia en un lugar lejano de su casa”, destacó Caracoche, así como también marcó la “capacidad enorme para comunicarse, para respetar al otro, para comprender qué era lo que el vecino del barrio estaba necesitando”.

“El quería que las decisiones no se tomaran por una o dos personas sino que fueran compartidas. No puedo recordar a Curro sin esta necesidad suya permanente de compartir sus descubrimientos, sus discusiones y su indignación: tengo clara su cara cada vez que descubría alguna cuestión que afectaba a los más desamparados, a los que no tenían derechos, veo clara su cara, la misma cara que le vi cuando entendió lo que había pasado con el bombardeo a Plaza de Mayo. Hoy nos falta la capacidad de indignarnos frente a las barbaridades que ocurren todos los días”, dijo luego Caracoche y habló de su identificación con los barrios y el incipiente nacimiento de la JP local en la plena “conciencia politica”. También destacó la capacidad de disuasión, y de entender lo que estaba pasando para lograr acuerdos. “A mediados del 74 la cosa empezó a ponerse mal. Apareció una lista de la Triple A en la que Curro era el primero. En ese tiempo dos militantes políticos de Chivilcoy habían sido muertos por la Triple A”, contó entre otras cosas. Además, Caracoche recordó sus épocas de preso político por la dictadura, cuando recibió la noticia de la desaparición de Iriart. “Sabíamos lo que ocurría, compartíamos cada uno de nuestros dolores. Un compañero como Curro es lo que hizo, lo que dio, lo que nos dio, lo que nosotros aprendimos a aprovechar de compartir la experiencia con él. Desde ese punto de vista queremos sobrevivir al dolor de tanta muerte y tanta angustia”, aseguró.

En el acto, además se dijo “presente” ante el nombre de Iriart, los 30 mil desparecidos y se pidió por la aparicion de Jorge Julio López.

Por último, Virginia Altube cantó acompañada del guitarrista Walter Perruolo. En principio un tema alusivo compuesto por su hijo y luego “La balsa”, que fue acompañada a coro por todos, para cerrar de una manera más festiva ese encuentro con la canción favorita de “Curro”.


Virginia Altube y Walter Perruolo, en el cierre del acto

 

 

 

 

 
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