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08/11/07 Para este jueves 15 de noviembre en el Cine Club se ofrecerá, dentro de la temática de musicales, la película Jesucristo Superstar, de Norman Jewison. Con las actuaciones de Ted Neeley (Jesucristo), Carl Anderson (Judas), Yvonne Elliman (María Magdalena), Bob Bingham (Caifas), Barry Dennen (Poncio Pilato), se trata de una película norteamericana de 1973. Es la popular y clásica ópera rock de los setenta. La obra se estructura en torno a la dicotomía de los personajes de Cristo y Judas, con un contrapunto de voces entre Ted Nelly (timbre agudo, casi chillón) y Carl Anderson (timbre más bien grave), y en el medio de ambos, el personaje de María Magdalena, interpretado por la actriz hawaiana Yvonne Elliman. El personaje de Judas es más rico en matices que el de Cristo. Es más complejo y es visto no como un traidor sino como un cuestionador del endiosamiento de Jesús, una suerte de “mosca en la oreja” del Mesías, a fin que no se crea el cuento de su origen divino. Para Judas la liberación del pueblo hebreo está más en este mundo que en el otro, más en la lucha concreta contra los romanos que en el amar al enemigo, lo que va en consonancia con el sesgo nacionalista que se ha querido interpretar alternativamente a la imagen del “traidor” clásico. Por cierto, quizás en estos tiempos de lo “políticamente correcto” no se vería bien que Judas (que simboliza todavía la traición) sea interpretado por un actor negro, mientras que Cristo (que simboliza el bien, la bondad) sea un actor rubio y de ojos azules, muy en consonancia con los íconos occidentales y europeos; aunque al final de la obra, por el arrepentimiento demostrado por Judas antes de morir, ya como espíritu se gane un lugar en el cielo (lleva ya no un traje rojo, de tono luciferino, sino blanco con flequitos, muy a la moda setentera), aunque siga con la “lata” de la discusión con Cristo hasta en el más allá, lo que demuestra que el personaje de Judas estuvo dibujado más que como un villano como un tipo inconforme con el sistema, muy a lo “hippie” de aquellos años. Otro de los aspectos interesantes que contiene el filme es que hace del personaje de Cristo un ser más de carne y hueso que divino, un hombre que duda, que está cansado de la misión encomendada y que quisiera ser un mortal más y no tanto “el hijo de Dios”. Acerca a Jesucristo a lo humano, con las flaquezas propias de nuestra especie, usando elementos de la cultura pop insertados en la época de los hechos, lo que paradójicamente le ha permitido mantener su frescura original, conservando su vigencia treinta años después de estrenada. Hay un estribillo de la letra que el coro repite como un leit motiv: ¿Valió la pena tanto sacrificio? Dos mil años después de los sucesos históricos la respuesta es escéptica: quizás no, quizás no valió la pena tanto sacrificio. Desde el Cine Club Mercedes, como siempre, esperan con vino y empanaditas parta esta función en el quinto piso del Gran Hotel Mercedes, el jueves a partir de las 21 horas.
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