El próximo domingo 23, a las 21 horas, se presentará nuevamente la obra "Almas Gemelas", de Eduardo Rovner, a cargo del Grupo del Teatro Talía pero en esta oportunidad en el Teatro Argentino gracias a la invitación de la Dirección de Cultura.

La obra tiene cuatro personajes que interpretarán Stella Siri, Jimena Ordóñez, Ricardo Márquez y Guillermo Traverso bajo la dirección de Roberto Altieri.

Basada en la obra “Compañía” del mismo autor, “Almas Gemelas” fue estrenada en el Teatro Gala de Washington, Estados Unidos, en febrero de 2001. Esta obra es una despiadada disección de los prejuicios y los convencionalismos de una clase media condenada al fracaso, simultáneamente señala la fragilidad de esos códigos cuando de pronto irrumpe el deseo en un hogar en apariencia “bien constituido”. La pregunta central es qué sucede cuando una pareja de mediana edad encuentra sus verdaderas almas gemelas. Contemplarán los pros y contras de un “matrimonio abierto” o los hará quebrar su pareja.

Rozando el absurdo, el guión plantea la situación de extrema soledad de uno de los personajes, poniendo en evidencia, aquella otra soledad que padecen también los que no están "solos".

El tiempo que dura la obra, pasa desapercibido para el espectador que disfruta de cada diálogo o situación, muchas de ellas hilarantes. Se destacan las actuaciones de Stella Siri (Ana) y Guillermo Traverso (Osvaldo), dueño de una gestualidad aprovechada por el director, siendo el personaje que arranca la risa del auditorio. Correctas actuaciones de Jimena Ordoñez (Magda) y Ricardo Márquez (Luis), debutantes ambos sobre las tablas.

La obra intenta plantear el conflicto entre los deseos del hombre, sus pasiones, y las estructuras culturales que no le permiten expresarlos y vivirlos, obligándolo, en cambio, a ocultarlos.

También trata de cómo la posibilidad de la pérdida del afecto de un ser querido o la desesperada necesidad de compañía pueden transformar a la persona más generosa y, aparentemente, más inofensiva, en alguien capaz de llegar a situaciones límites de violencia con el fin de retener al otro o de no sentir la humillación y la angustia de ser abandonado y, en definitiva, el miedo a la soledad.