Viven una nueva situación de incertidumbre, pero es la misma que tienen desde el principio del conflicto, porque los ahora ex empleados de Dupont siguen sin resolver sus problemas que tienen tras el cierre de la firma que los dejó en la calle, aún sin haber podido cobrar sus indemnizaciones y con temas de importancia pendientes como las enfermedades profesionales. Está en juego además una importante suma de dinero, que estaría avalada por el propio predio, que se dice podría venderse. Uno de estos ex empleados es Antonio Mauriello, quien desde 2004 que fue el cierre vive distintas realidades. Ahora estudia Psicología Social en Buenos Aires y a través de Internet y se lo ve muy entusiasmado. Mientras, el reclamo continúa así como se demora la decisión del Tribunal de Trabajo.

“Estamos con incertidumbre porque inclusive se habla de la venta del predio, que es lo que estaba en garantía para liquidar las deudas que la empresa tiene con los ex empleados”, recordó esta mañana en el predio de la estación Sarmiento, el ex trabajador. “Incluso el tema de los tickets canasta fue reconocido a nivel nacional por ley, que los considera como parte integral del sueldo de los trabajadores”, amplió al respecto.

Mauriello recordó el 31 de marzo de 2004, cuando la planta cerró tras haberles comunicado a sus operarios todo con muy poca antelación. Una decisión drástica que nadie esperaba.

“Se venía una discusión por la diferencia de categorías y una plata que había dado el Gobierno y la empresa no nos había reconocido en las distintas categorías. Estábamos discutiendo eso y veíamos que pateaban todo para después de marzo, y cuando insistimos tanto salió a la luz que iban a cerrar la empresa”, recordó sobre el accionar de Dupont por esos días y comentó que la empresa ha tirado galpones abajo para no pagar impuestos: “Si es techado se paga un precio y si es baldío se paga otro”, justificó lo que ha sucedido en parte de la planta Berazategui.

En el predio de Mercedes, en tanto, si bien en un principio se habló de la realización de una demolición y un parque verde, luego se discutió sobre la posible contaminación del predio que fuera desistido de su utilización por la Universidad de Luján, a la que se le prohibía por convenio extraer muestras de suelo y agua. Se investigó mucho sobre el tema y los propios empleados no niegan que se trabajaba con materiales contaminantes: “Nosotros los trabajadores no contamos con los medios necesarios para probar qué grado de contaminación estaba produciendo la empresa. Hay que medir con instrumentos precisos. Ahí había Daugter, nitrógeno, Finísch y algunos aditivos que se le ponían al nylon para trabajarlo y que con el tiempo podían causar graves perjuicios. Lamentablemente nunca contamos con los elementos y la plata necesaria para hacernos los estudios. Aparte la empresa siempre manejó el perfil de que defendía la ecología y cuidaba el medio ambiente”.

Consultado sobre si se enterraban materiales en el predio de avenida 40, Mauriello dijo: “Yo en el tiempo que estuve no lo vi pero las personas que estaban de antes decían que se habían enterrado tanques, que se relaciona con las extracciones que hubo. Si se podría haciendo una remediación del lugar crear un polo industrial, como es La Cantábrica, un lugar en común. Yo creo que se puede recuperar este lugar, pero aquí aún hoy somos 260 que quedamos en la calle tras el cierre y el monto de cifras que nos deben es difícil de precisar aunque es muy importante. Y no sé si van a pagar todo porque acá no se llegó a ninguna determinación”.

El tribunal de Trabajo es quien debe resolver y ver que se cumpla lo que dice la ley: “Tenemos la razón de o que reclamamos”, sostuvo Mauriello.