Este sábado por la noche los vecinos que habitan en el radio céntrico de la ciudad vivieron nuevamente una escena que se repite de manera cotidiana e incesante los fines de semana. Generalmente todo termina muy tarde, cuando casi está por salir el sol. Este cóctel incluye accidentes de tránsito evitables, alcoholismo, y múltiples dolores de cabeza por la contaminación sonora que produce la actividad de reductos nocturnos en la zona y el constante transitar de vehículos que, a toda velocidad, realizan “picadas” sin control en la propia calle principal de la ciudad, la céntrica 25, y en avenidas aledañas como son la 17, la 29, la 30 y la 16.

Lo que marca el ritmo de todo es la actividad de bares y “despachos de bebidas” como los ubicados en la esquina de 29 y 2, 20 y 31, 28 y 25 ó 27 entre 28 y 30, por citar sólo algunos de los que vienen generando conflictos.

Los vecinos han hecho denuncias en la secretaría de Control Urbano de la comuna reiteradas veces. Allí comienzan las actuaciones pero no se sabe dónde continúan o si continúan.

En varias zonas han levantado firmas, asustados por situaciones de violencia que además de darse entre grupos también se han dado contra los objetos y las cosas, a golpes, orinando o vomitando veredas y puertas, o rompiendo directamente todo a su paso.

En este panorama, en la comuna tienen a la Dirección de Control Urbano con poco poder de acción. Además el teléfono de urgencias y guardias –esto ha sido chequeado por concejales de la oposición– para los fines de semana es un celular que está conectado a un contestador automático, a la hora que es necesario usarlo.