“María nos enseña quien eres tú, Señor”, fue el lema de la trigésima peregrinación a pie del Pueblo de Dios de Zárate-Campana a la basílica de Nuestra Señora de Luján, que, según estimaciones de la policía departamental y tal cual sindica la agencia AICA, congregó a unas 15.000 personas, en su mayoría jóvenes que salieron de distintas ciudades que fueron misionadas previamente.

La expresión de fe contó con la animación de sacerdotes y laicos, junto con la asistencia de Bomberos Voluntarios, la Cruz Roja, Cáritas Zárate-Campana, la Policía de la Provincia y la Prefectura, y con el apoyo de la Dirección de Culto de la Provincia. El seguimiento de los canales de televisión y las estaciones de radio fue importante.

Los peregrinos salieron a las 16 desde la plaza Mitre de Zárate, previa bendición a cargo de monseñor Ariel Pérez, párroco de Nuestra Señora del Carmen. Por su parte, a las 18:20, el obispo de Zárate-Campana, monseñor Oscar Sarlinga, hizo lo propio desde la plaza E. Costa, de la ciudad de Campana, a la vez que dirigió unas palabras que fueron transmitidas por la radio FM “Santa María” y televisión.

Por la noche, monseñor Edgardo Galuppo, vicario general, bendijo a los peregrinos salidos desde Escobar. Ya comenzada la peregrinación y pasando por frente de la cárcel 21 de Campana dos internos alcanzaron una urna a los peregrinos con las intenciones de todos los internos, para ser llevadas hasta el santuario. A las 22 se sumaron peregrinos de Los Cardales y a las 24 los fieles venidos desde Pilar, Areco y los 1.000 peregrinos llegados en ómnibus hasta allí desde Baradero.

El domingo, desde las 2, estuvieron los discípulos de Jesús y San Juan Bautista animando a los peregrinos que comenzaba a llegar, y desde las 3.30 el Obispo y un grupo de sacerdotes diocesanos escucharon confesiones. Dada la afluencia mayor de lo esperado, el Obispo celebró una misa a las 5 para quienes habían llegado al santuario más temprano, y luego presidió la Eucaristía central a las 6.

En su homilía, monseñor Oscar Sarlinga se refirió al santuario de Luján como “alma del Pueblo Argentino” y a la Virgen como “Aquella que nos muestra a Jesús, que nos dice quién es y cómo lo tenemos que amar, y dejarnos amar por El”.

Haciendo referencia al Año Paulino, el prelado dijo que Saulo, el perseguidor de la Iglesia, tuvo un encuentro con Cristo Resucitado, quien lo eligió Apóstol, haciéndole ver quién era, y que a su pregunta “Quién eres tú, Señor”, le mostró la plenitud de su humanidad y divinidad, y al mismo tiempo la continuidad de su persona en su cuerpo y pueblo, que es la Iglesia, respondiéndole: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”. Saulo, el perseguidor de la Iglesia, se transformó así en San Pablo, el Apóstol de las Gentes.

El prelado subrayó que “la gratuidad y la humildad” son dos actitudes fundamentales que hacen “ver” a Jesús en la Iglesia, y vivir como familia de Dios y como comunidad de fe, y sostuvo que la sociedad actual tiene una profunda necesidad de redescubrir el valor de la gratuidad, sobre todo porque a veces parece triunfar una lógica planteada exclusivamente en función del lucro y la ganancia a toda costa.

Al referirse a la humildad, expresó que se trata de “la verdad de la persona, conocedora de su límite y de su grandeza, que viene de la imagen de Dios”, y dijo que tantas veces “el orgullo y la soberbia se ven alimentados por el miedo, el temor de ser atacado, como los animales cuando se defienden ante un presunto ataque”.

Tras mencionar las letanías de la humildad, atribuidas al Cardenal Merry del Val, al que definió “un hombre espiritual”, insistió en que gratuidad y humildad son condiciones para la misión, para una dimensión misionera de toda la pastoral y de entera vida cristiana, prodigada a favor de quienes más lo necesitan, “y muy especialmente en estos tiempos”.

Por último, monseñor Sarlinga pidió que la peregrinación, que vino “como un río de vida”, vuelva a las familias y a las comunidades como “ese mismo río de vida que retorna, fortalecido por el poder de Dios, y la intercesión de la Madre, Nuestra Señora de Luján, como una corriente de bendición para todos”.