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01/12/08
“Desde Du Pont creen que van a arreglar para que Guilford comience a trabajar”
El ambientalista Obdulio Bottini, que vive frente al predio de avenida 40, trabaja con los expuestos al amianto: cerca de 100 reclaman importantes sumas. La sombra de la contaminación aún perturba con su incidencia en cánceres.

"Si Guilford abre se tiene que hacer cargo de las deudas de Du Pont", apunta Bottini

 

El vecino Obdulio Bottini no tiene ninguna simpatía con la empresa Du Pont, y se ha dedicado en el último tiempo a recolectar datos sobre el trabajo que esta firma ha realizado durante décadas en el predio de avenida 40, frente a su casa, enfrentándose incluso judicialmente tras el cierre y desmantelamiento de la planta, y ahora asegura que a la causa existente por contaminación en la Justicia Federal la quieren cerrar para que Guilford pueda comenzar sus actividades.

Ya son aproximadamente 100 personas las involucradas en la causa 48.768 que se tramita en la Secretaría 2 de la Justicia Federal de Mercedes, a cargo del juez Héctor Echave. Todo comenzó en invierno de 2006 en este trámite, pero vale decir que Obdulio Bottini en el año 2000 inició una denuncia por contaminación ambiental, cuando Lycra y Fibra estaban trabajando a pleno en avenida 40, pero no prosperó. “Todo quedó ahí hasta 2006 en que el fiscal Stagnaro empezó a trabajar de oficio y yo hice una denuncia penal”, recuerda Bottini, quien con testimonios de ex operarios incluso ha confeccionado planos sobre los métodos de producción y ha hecho un prolijo registro de los contaminantes empleados. Hoy, sostiene que la planta debería haberse llamado “Química Du Pont”.

En tanto, sigue firme el paso de la causa en la justicia: “Yo hice una ampliación de declaración el 15 de octubre, que me llamaron del juzgado. Está por iniciar actividades Guilford y quieren entonces que la causa se cierre, pero eso no va a suceder”, sostiene. “La justicia aún no hizo nada, sabemos dónde se enterraron los tanques, dónde se hacían las implosiones, se tiraban las hileras y los ácidos. Y en el predio de atrás de las vías del Belgrano, que pertenece a Du Pont, se ven claramente los respiraderos. La empresa sigue contaminando”, marca Bottini y coincide en que la planta está diseñada para volcar ahí. “El pozo más grande está sobre la vía: ahí se enterraban tanques y los prendían fuego. Nosotros ahora buscamos amianto con la gente de ASAREA, y yo les estoy ayudando”, afirma sobre su trabajo con la Asociación Argentina de Expuestos al Amianto.

Por estos días se sigue presentando gente damnificada. En la semana que pasó se hicieron 24 controles de historias clínicas con certificados confeccionados por el doctor José Comesaña. “Van hasta 30 personas por semana al neumonólogo”, comenta Bottini.

“Nuestro problema aquí fue el polímero y el hollín, y lo que esperamos en el barrio es que Guilford no contamine. Esta era una empresa compradora de hilado de Du Pont, y si usan tintes son contaminantes. Lo mismo que hacen Karavell y Magromer, que contaminan y es cancerígeno. Por eso si sueltan colorantes al río sacaremos fotos y haremos terraplenes para que no pase el agua. Aquí el predio está contaminado, las paredes de Fibra y de Lycra tienen arsénico y por eso no vino la Universidad de Luján a radicarse. Veremos en la zanja qué desechos arrojan, pero también hay que ver qué pasa hacia las cloacas, porque Du Pont las utilizaba e incluso cuando tiraba fuertes contaminantes rompían las cañerías”, declara.

Bottini es testigo de que sacaron hace poco tiempo camiones con barro y tierra con olor a Dowtherm (otro fuerte químico utilizado como refrigerante): “Yo llevé al municipio esto en las manos y me quemaba, nadie me prestó atención. Sacaron varios camiones con tierra que iban a Campana con los contaminantes. Y esto lo verificó la Justicia Federal”, recuerda.

No quieren juicios
Según Bottini, la firma Du Pont quiere arreglar a toda costa con los damnificados. “La gente se muere contaminada por amianto y ahora estamos en instancias finales de conciliación obligatoria. Du Pont no quiere que haya juicios, quiere llegar a un arreglo con la suma que se manifiesta por parte de cada uno de los damnificados, según la incapacidad de pulmón que cada uno tenga. Algunos ex empleados tienen hasta el 80 por ciento de incapacidad”, apunta Bottini, quien vive enfrente de la planta y tiene a su madre con incapacidad en un alto porcentaje y a su hermana con engrosamiento de pleura por amianto: “Ella se contaminaba porque lo abrazaba a mi padre cuando salía. El traía amianto pegado en la camisa. Una fibra microscópica de amianto te puede perjudicar. Allí nunca hubo una defensa, ni usaron mascarillas”, sostiene.

Para el ambientalista y vecino de la planta fabril de avenida 40, Du Pont es una planta química, ya que hay más de 21 químicos que se usan para hacer el polímero. “Textil es una planta de algodón, no de polímero”, cree.

Lo cierto es que Hisisa (Hilados Sintéticos Sociedad Anónima) vino a Mercedes en 1957, estaban en 24 y 101, luego compran en avenida 40 y en 1968 le venden a Ducilo, que luego es Du Pont, una multinacional que actualmente se dedica también al desarrollo y comercialización de los alimentos transgénicos, y controla el 85 por ciento del comercio mundial de los cereales junto a Syngenta, Monsato Pharmacia, Aventis, Dow, Bayer y BASF.

Mujeres viudas en el barrio
“El amianto es irreversible. No tiene solución, no tiene tratamiento y te vas a morir de cáncer”, advierte Bottini, quien es bien conocido entre los abogados de la firma Du Pont. “Quieren cerrar la causa y vuelven al principio. Quieren ver qué estrategia tienen los abogados de ASAREA, donde trabajo, y me amparan y avalan. A mí no me aceptaron como querellante porque no era parte directa por contaminación. Tengo a mi padre fallecido por amianto, a mi madre y a mi hermana enferma. Este barrio fue un foco infeccioso durante años. Nos quejábamos y levantaban la altura de las chimeneas, y cuando usaban las calderas se hacia una implosión y se esparcían montones de partículas, un hongo con nieve negra. Toda la vida fue igual, sin embargo se jactaban diciendo que tenían millones de horas sin accidentes, pero el ex empleado Cardozo falleció quemado por Dowtherm y otro murió electrocutado en un subterráneo. A los que se lastimaban las manos u otra cosa los hacían quedar quietos al lado del reloj. El médico de la fábrica era el doctor Julio Gioscio, este los revisaba, veía que había cosas en los pulmones pero no sabía en la década del 70 qué era el amianto. A los operarios los hacían seguir trabajando y luego los indemnizaban a los pocos meses para que se vayan y no hagan reclamos. En este barrio las mujeres de los ex empleados son casi todas viudas”, rememora y cuenta Bottini.

“Ellos creen que van a arreglar para que Guilford comience a trabajar. Pero no estamos de acuerdo y no queremos que arreglen. Queremos que vayan a juicio para que paguen lo que corresponde. Los que están más contaminados reclaman 1.250.000 pesos y los que tienen menos incapacidad de 500 mil pesos para arriba. Ellos quieren arreglar con los que fueron hasta ahora al SECLOS, donde se hace la conciliación obligatoria. Quieren pagar, aunque ya vendieron. Y en mi opinión no pueden empezar a trabajar y por eso no abren, aunque ya están aquí hace meses. Si Guilford abre se tiene que hacer cargo de las deudas de Du Pont con los operarios”, opina Bottini.

Entre los ex operarios son incontables los muertos de cáncer de pulmón. Muchos aún lo sufren y a duras penas se llegan hasta Buenos Aires para registrar sus enfermedades en el Ministerio de Trabajo. “Van a seguir falleciendo. Quienes tienen un 80 por ciento de incapacidad duermen de noche con oxígeno porque no pueden respirar”, comenta.

Este lunes, Bottini lleva otras tres personas a Buenos Aires: “Algunos no pueden ni caminar, da pena verlos. Se agitan y van de a pasitos. Todavía no cobró nadie, y siguen negando que había amianto en Du Pont. Nos dicen que estamos equivocados, aunque a mí no me lo han cuestionado nunca, sino que me esquivan”, dice.

En tanto, consultado sobre qué materiales quedan en el predio enterrados, Bottini menciona entre otros el ácido muriático, la soda cáustica, el ácido sulfúrico, el ácido clorhídrico y los solventes. “A la planta recuperadora de solventes la desmontaron y sacaron varios metros de tierra. Las primeras napas están contaminadas. Ignoro si hubo análisis, porque cuando se allanó la fábrica y se estaban acopiando semillas no ingresaron al predio desde Gendarmería, sino que se hicieron los controles afuera. Nunca ingresó la Policía Científica dentro del predio. Vinieron funcionarios desde La Plata, pero buscaron donde no había nada. Yo les indicaba y les decía dónde estaba la contaminación. Pero aquí es increíble que se hayan fabricado desde polímeros hasta semillas híbridas, que se acopiaban aquí con la subsidiaria Pioneer”, marca.

Focos de contaminación
También el temor por el predio de atrás, donde están los respiraderos y el pasto no crece, es grande. Ahí era el vaciadero de la planta, hay un desnivel y no comen los caballos que pastan en el lugar. Aunque se presume que en la sección de Hilandería estaría el mayor foco de contaminación, sector en el que iría a producir Guilford.

En tanto, se taparon los pozos que habían practicado, hay tanques en el predio que fueron desenterrados y quedan aún otros debajo de los galpones: “Fueron hábiles porque hicieron un pozo, enterraron y arriba hicieron las construcción de galpones. Esto está denunciado en la causa pero nadie hace nada. Aquí la planta estuvo allanada pero no pudo entrar ni Gendarmería, ya que el juez no dio la orden nunca”, según Bottini.

La planta, cundo se fue a Paulina, Brasil, cambió de nombre de Lycra a Química Du Pont: “Le pusieron el nombre correcto. Los operarios debían haber trabajado hasta 6 horas por día, pero en el caso de mi padre estuvo hasta tres días en continuo trabajando y le alcanzábamos la comida por el alambrado. El verificaba hileras, con microscopio, dentro del sector de Hilandería. Los galpones eran como unidades selladas, no podía entrar frío ni aire, sellaban ventanas y sólo tenían un respiradero arriba”, completa.

 

 

 



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