Arturo “El Ruso” Bustos Berrondo (25) es un clown mercedino que se capacitó en una escuela de circo a la gorra y hoy integra el “Circo Clowndestino”. En pocos días se va a trabajar al Uruguay, vive en la Ciudad de Buenos Aires pero en breve estaría presentando un espectáculo en la ciudad de Mercedes, en la que asegura quiere dictar cursos y, por qué no, vivir en un futuro, realizando su actividad, algo para lo que se tuvo que ir de la ciudad, al no tener espacio aquí lo circense, que lo atrae.

“Acá se mira a ver cómo quedo yo riéndome de tal o cual, o hablando con alguien, y en otros lados es de otra manera, más suelto”, dice “El Ruso”. “Me gusta cambiar de lugares, viajar”, cuenta quien en el 2002 empezó a hacer circo, luego de irse a capital “expulsado por la falta de oportunidades”: “Trabajaba en una estación de servicio. No podía, me demandaba de lunes a viernes, despachaba combustible en la playa. Pero me fui y empecé a trabajar en una imprenta y a ir a un circo a la gorra: por un peso yo tomaba una clase. Yo tenía un peso y esa era mi voluntad, fue el único lugar que me dio el espacio. Estuve yendo dos años a entrenar todos los días”, comentó.

– ¿En qué lugar estabas?
En el circo Trivenchi, que queda en Caseros y Entre Ríos. Fueron los únicos que me dieron resguardo para hacer lo que yo pensaba que iba a ser mi vida.

– Y allí aprendiste algunas cosas.
A hacer malabares, verticales, la técnica del clown, y hace dos años vivo de esto, haciendo clown, haciendo reír a la gente Todos los sábados laburo en las Fiestas Clandestinas que se hacen en El Teatrito, de Sarmiento 777; y los viernes estoy fijo en El Roxy. He compartido escenario con Las Manos de Filippi, Resistencia Suburbana, Mimi Maura. Nosotros hacemos la previa o la amenización para que la gente no esté sólo esperando el recital.

– Trabajás con un grupo.
Claro. Con una troupe que se llama Circo Clowndestino: es un variado entre malabaristas y payasos. No es lo mismo. El malabarista se dedica más a la habilidad y el payaso más a hacer reír.

El secreto del "Ruso" es animarse a ser, más allá de ridículo

– ¿Y de paso por Mercedes vas a presentar algún espectáculo?
Si, estuve hablando, y en este momento tan difícil de la Argentina estuve replanteando quedarme. Y me surgió la idea de venir a contar mis proyectos acá para ganar terreno en la actuación, que es lo mío: no me interesa ganar dinero sino actuar. Tener proyectos me mantiene vivo, y hay un espectáculo para chicos y uno para grandes que también presentamos en el Roxy, pero no sé aun porque en enero me voy a Uruguay a trabajar a la calle en La Pedrera. El año pasado tuve la suerte de trabajar en algunas fiestas privadas que nos dieron los recursos para duplicar la apuesta, comprar material, porque ser clown requiere que innoves y cambies la visión todo el tiempo, así como materiales.

– ¿Te gustaría dar clases en Mercedes?
Las doy pero en Mercedes nunca recibí la propuesta. Hace un par de años vengo trayendo obras y a pesar de lo que dice la gente siempre resultó bien, con buena cantidad de espectadores.

– ¿Y cómo se ve Mercedes en el aspecto cultural desde afuera?
Es difícil, porque la cultura se renueva permanentemente y hay que estar muy expectantes para no caer en las fórmulas o en el qué dirán. Hay que estar en un constante movimiento conociendo artistas, conociendo gente, y cambiando permanentemente. Pero todas estas cualidades no caracterizan a Mercedes, recién el fin de semana pasado me encontré con un chico que hace malabares, y es el primer malabarista que me encuentro en Mercedes.

– ¿Con quién te encontraste?
Me encontré con Fafá, me dio alegría ver que alguien puede ver un juego como trabajo y posibilidad de vivir. No es de una lucidez total, pero válido, lógico y coherente con lo que uno siente. A mí me daba mucho miedo cuando yo empecé, y hoy en día hago el ridículo y vivo de eso y no soy ningún ridículo con mis ideas, sino que soy consecuente. Viajo un montón y me toca vivir un montón de cosas.

– ¿Te vendrías a trabajar en Mercedes?
Me encantaría poder dar un curso, dar lo que yo aprendí, lo que hago para ganarme la vida. Yo di un curso para chicos en el barrio Marchetti, en el Comedor Los Pampitas, luego me fui pero se ve que no hay cursos de clown, de tela, trapecio, malabares, que son actividades que refuerzan sólo el placer de estar ahí aprendiendo algo nuevo; no vas a progresar, sino despertar tus reflejos. Por ahí a eso no se le da bolilla pero está bueno hacerlo y que haya, que la gente pueda elegir.

– Viene un tiempo de animarse uno mismo a hacer lo que uno debe, porque las soluciones están en uno mismo, en vencer el miedo o salir del claustro que uno mismo se puede construir, porque de otra manera somos libres.
Yo creo que las personas tienen adentro todo para hacer lo que quieran ser, sólo falta un rapto de lucidez para animarse y no auto vencerse. Hay mucho auto flagelamiento desde no querer sentir. Yo sólo me desperté a sentir lo que quería y me di cuenta de que trabajaba muchas horas, estaba en un lugar que no quería y todo cambio a partir de creer y confiar. Y este creo que es el momento más difícil que atravesé y sin embargo estoy contento, feliz, lo que quiere decir que el camino está bien.

– Vas por el camino.
Si, yo creo que Mercedes puede hacer lo que quiera. Pero hay que animarse y sacarse la careta, para que se vea lo que somos realmente. Y si uno se saca la careta hay un montón de cosas para hacer y la vida es más feliz. No hay que mostrarles a los demás quiénes somos, sino simplemente serlo. Yo cuando arranqué creía que tenía que hacer un montón de cosa, y cuando mejor actué fue cuando menos cosas hice y más ingenuo me sentí. Creo que es solamente soltar algunas cosas para no caer.

"Este es un personaje que hago que es amigo de Facundo Quiroga, el caudillo sanjuanino"