A partir del reciente hallazgo de muchas algas en el cauce del río Luján y en vistas de las continuas mortandades de peces que se producen e incluso de la pretensión de dragar y canalizar un arroyo tributario del mismo como es el Balta, el ambientalista Javier Moleres (integrante fundador de Amigos del Río Luján), afirmó que en el estado actual es imposible que el río se autodepure, señalando que la culpa es de los vertidos contaminantes de las industrias, los cloacales y los nutrientes que se arrojan en él.

Moleres recordó que hubo malas experiencias en el río Luján con el dragado: “Habría que acordarse que se destruyó la barranca y diseminó la acacia, en los años 93 y 94. Se destruyeron depósitos paleontológicos y se le quitó la vista al río. Se lo transformó casi en un pantano. Se hablaba por entonces de una mejora en el cauce para evitar inundaciones pero lo cierto es que nunca hubo un estudio serio si eso era necesario o no. Además si uno mira a la altura del parque pasando la pasarela hay un dique que está estrangulando al río, pero como hay tan poca agua nada tiene sentido”, dijo en un principio.

Luego destacó que en la vecina ciudad de Suipacha hay denuncias de que un frigorífico y una planta de lácteos estarían arrojando sus desechos sin tratar, que se suman a lo que se arrojaría en Mercedes por parte de un matadero y lo que sale por el famoso canal de la 16 proveniente de las industrias y las conexiones irregulares de las cloacas.

“Se le incorpora con los vertidos industriales y cloacales tanta materia orgánica al agua que el río no tiene ya la facultad o la forma de autodepurarse. Hay demasiados nutrientes, que producen algas que absorben el oxígeno y mueren los peces. En el estado actual, el río esta imposibilitado de autodepurarse”, sostuvo Moleres.

Pero las autoridades de momento no hacen más que sembrar confusión en este panorama. Y como dice el refrán, “a río revuelto ganancia de pescadores”, en este caso sería “ganancia neta de industrias contaminantes”.

“Una vez salieron a decir que el río era sucio y turbio, ‘como todo río de llanura’, y estoy seguro que ahora saldrán con sus análisis simplistas y superficiales a decir que el río está ‘podrido’ porque es viejo, de llanura, sinuoso, de poco caudal, con escaso aporte de los arroyos que lo nutren, que están casi secos por las escasas lluvias. Los mismos que en invierno culpan al frío por la muerte de los peces, en verano dicen que es lógico que al disminuir su caudal el río ‘se pudra’. Si el río no sufriera la nefasta acción del hombre, que lo satura de efluentes cloacales, industriales y agroquímicos, mantendría saludable su ‘ecosistema’ y podría autodepurarse y sobrevivir. Un río sano, cuenta con los microorganismos e invertebrados necesarios para eliminar los vegetales y peces muertos por la disminución del oxígeno en el agua. La naturaleza no puso los caracoles, cangrejos y camarones de agua dulce ‘de adorno’, son parte del equipo de limpieza del río. La vulgarmente llamada ‘vieja de agua’, un pez que no depende del oxígeno disuelto para vivir, también se encarga de ‘limpiar’ el fondo del exceso de materia orgánica. Pero claro, este equipo de limpieza es el primero en desaparecer cuando es atacado por la contaminación, y luego salimos a quejarnos del mal olor del río ‘porque es viejo y de llanura’. Aún los reductos más pequeños de aguas prácticamente estancadas pueden mantener la vida, si dejamos a la naturaleza en paz actuando por sí sola, como lo ha hecho durante miles de años”, opinó el ambientalista Javier Moleres.