Una vez más, y esperaría que se repitiese, tuve la ocasión de asistir como invitada a dar una charla a una escuela, es la segunda oportunidad ya que anteriormente lo había hecho para un ciclo de la SB de San Patricio, hoy,  estuve en la SB n° 2, gentilmente convocada por sus directivos y docentes del espacio Construcción de Ciudadanía.

Será por mi profesión docente, será porque concibo a la política con un espectro más amplio que el mero estar en una banca, me resulta sumamente gratificante poder estar desde el rol que me toca cumplir como concejal, colaborando para esclarecer un poco, y en la medida de lo posible esto de ser político.

Me preguntaron entre otras cosas qué significa ser político para mí, y respondí de acuerdo a lo que siempre he creído que ser político implica estar en el ejercicio de un rol con una mayor responsabilidad, para proponer políticas públicas, normas que puedan ser respetadas, propuestas para intentar resolver los problemas de la gente, y sobre todo aquellos en los que se va la vida y la dignidad de las personas por su carencia: entre muchos, el derecho a una vivienda digna nos parece uno de los pilares para poder constituirse como ciudadano, y poder a su vez ejercer todos los otros derechos. No obstante, siempre resulta interesante indagar en cuál es para ellos, para los jóvenes, el concepto de lo político y alguien me respondió: “Tener poder”. Ese es en el imaginario social, lo que significa ser político, o el para qué se ejerce la política.

Un poder que puede ser bien empleado, la vía para empezar a modificar la realidad, para transformar en el mejor sentido, para procurar una mejor calidad de vida para todos. Un poder, delegado a través del voto por la gente, un poder prestado, que implica una mayor carga de responsabilidad. No obstante, y tal cual queda demostrado día tras día, bien vemos que se busca en general ejercer la política como un espacio de poder desvinculado de la gente. Una vez en los cargos, olvidamos que hemos recibido un mandato, las palabras se empiezan a tornar huecas, porque se ejerce en muchos casos el poder, en beneficio propio. Se rompen los vasos comunicantes entre mandatarios y ciudadanía. Los ciudadanos dejan de advertir su responsabilidad en el manejo de lo político y los políticos, una vez adquirido el mandato, olvidan pronto que están allí para transformar la realidad en pos del bien común.

De allí, el interés que despiertan estas charlas en los colegios, como posibilidad de ejercer un aspecto de lo político vinculado al poder de transformar, ese rol pedagógico que también es nuestra responsabilidad, más allá de las ideologías. Y es una posibilidad que agradezco muy especialmente.

Claudia Lucero es docente y concejal de Espacio SI Mercedes