¿Qué sentido tienen hoy los partidos políticos? Entiendo que han de representar una mirada particular en torno a la realidad, a los problemas, con miras a una solución a un camino para una vía a la solución, factible, clara, precisa; más allá de los aciertos y los errores en función de los ingredientes que aporte el mercado, los vaivenes de los movimientos en el orden mundial. Tener una mirada, y la propuesta para resolver.

Hoy en día los partidos se agotan en las siglas que todo lo quieren significar y sin embargo no son más que un pasaporte, el famoso sello en pos del cual anduvieron medrando algunos candidatos para lograr estar. Pero no estar en el debate de ideas, sino estar en la preferencia a los cargos.

Benedetti decía, en uno de su poemas: “De vez en cuando hay que hacer/ una pausa (…) examinar el pasado/rubro por rubro/etapa por etapa/baldosa por baldosa/ y no llorarse las mentiras/ sino cantarse la verdades”. Breve poema de lo cotidiano, que no le vendría mal a más de un político. Aunque en verdad, creo más bien, que sería interesante que la pausa, la hagamos los ciudadanos. Los que vamos a votar, hacer una pausa  entre el “debate” de cada día. Es decir, en el debatirse de cada uno por vivir, y en el “debate” ausente de los políticos de pantalla. No vienen mal las pausas, no son pérdidas de tiempo, sino más bien, un encontrar el tiempo para detenerse a mirar, a escuchar. Pero claro, la gente está urgida de otras tantas cosas cotidianas que la distraen, sin embargo, es buena la distracción para hacer el juego mientras tanto. Los políticos son buenos en eso. Apelar al juego de la distracción para decir, para hacer como que dicen, para no hacer, para proponer cambios que no cambien en lo sustancial, nada. Porque pasado el momento, luego la gente olvida. Ese es el presupuesto, lo que se pre-supone. La gente olvida, se olvida de los políticos. Para ubicarlos dentro de la masa informe de que todos son lo mismo y de que todo da igual. Pero no da. No da.
Alguna vez hay que hacer una pausa y detenerse a escuchar, a entrar en el juego de las preguntas incómodas, del replanteo, de la exigencia, del estar, para empezar a desentrañar lo que está detrás de las frases hechas, de las muletillas que repiten los candidatos, de las fórmulas que parecieran condensar verdades absolutas.

Queda un largo camino por recorrer, para desandar y volver a andar el camino de lo que es construir ciudadanía, hacer política, al decir de Benedetti también, que “en su más clara y alta acepción es también una forma de amor”. ¿Quién lo diría? Algunos seguimos creyendo que hacer política sigue siendo una actividad noble. Y que lo que hacen algunos no es política, ni siquiera politiquería, sino sencillamente un aprovecharse de las circunstancias. La política sigue siendo una actividad transformadora si la despojamos de todas las miserias en la que la han sumido los pretendidos políticos. Y ni siquiera hablo ya de profesionalizar la política, hablo sencillamente de ir con la mirada puesta en las ideas, ideas que pueden hacer si se encarnan.

Volver a las fuentes, preguntar, preguntarse por qué:

“Los funcionarios no funcionan.
Los políticos hablan pero no dicen.
Los votantes votan pero no eligen.
Los medio de información desinforman.
Los centros de enseñanza enseñan a ignorar.
Los jueces condenan a las víctimas.
Los militares están en guerra contra sus compatriotas.
Los policías no combaten los crímenes, porque están ocupados en cometerlos.
Las bancarrotas se socializan, las ganancias se privatizan.
Es más libre el dinero que la gente.
La gente está al servicio de las cosas.”
dice el enorme Galeano.

¿No será que tenemos miedo de encontrar nuestra propia responsabilidad en todo ello, en lo que hemos dejado hacer, en lo que dejamos que nos hagan?

De vez en cuando hay que hacer una pausa…

Claudia Lucero es concejal de Espacio SI Mercedes