El pasado sábado 3 de octubre tuvo lugar, en el Seminario Arquidiocesano “Santo Cura de Ars” de la ciudad de Mercedes, el encuentro que anualmente tienen los que forman esta casa de estudios y las personas que integran los grupos de obras de las vocaciones parroquiales de la arquidiócesis. Fue una jornada muy amena y fraterna que contó con una numerosa asistencia de fieles.

El encuentro comenzó a la mañana con una recepción llevada a cabo en el edificio del curso introductorio. Seguidamente, en el aula magna del seminario se proyectaron dos videos; uno que brindó una breve reseña biográfica de San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, con ocasión del año sacerdotal, como modelo de sacerdote santo; y el otro, que fue elaborado con motivo de cumplirse, en este año, los 25 años de nuestro Seminario, y que presentó una reseña histórica del mismo. Luego de la proyección, el rector del Seminario, Monseñor Darío Kling, brindó una reflexión.

A las 11.30 tuvo lugar la Santa Misa presidida por el arzobispo Monseñor Agustín Radrizzani.

Refiriéndose al Evangelio, habló de la alegría de la fe: “Alégrense porque sus nombres están escritos en los cielos”, dijo en el sentido que el amor de Dios no se aparta jamás de los hombres.

Además, presentó algunas pistas para el trabajo vocacional como las campañas parroquiales, las horas santas, la adoración, el trabajo en las familias y con los sacerdotes. “A los jóvenes los podemos ayudar invitándolos a seguir a Jesús y la fuerza mayor estará siempre en el testimonio. Basta mirar al Cura de Ars, a Don Orione, a Don Bosco, a San Francisco, a Madre Teresa  y tantos, tantos otros, para ver como alrededor de los santos surgen numerosas vocaciones”.

Luego del almuerzo, hubo una puesta en común de lo que cada grupo de obras por las vocaciones realiza en sus respectivas parroquias. A las 15.30 se rezó el rosario, finalizando el mismo en el cementerio del seminario, donde se rezó especialmente por todos los sacerdotes fallecidos, y de modo particular, por los que están sepultados allí. La jornada culminó con una merienda al aire libre que fue animada por los seminaristas a través de música y canciones.