Pese al esfuerzo puesto de manifiesto por el Grupo de Jubilados Independientes (GJI) de Luján para que los ediles se interesen en propuestas que redundarían en beneficios para la comunidad, los concejales hacen oídos sordos a sus presentaciones.

Desde junio de 2009 duerme “el sueño de los justos” en el Honorable Concejo Deliberante un proyecto de Resolución relacionado con la reducción en el pago de las tarifas eléctricas en hasta un 15 por ciento, mediante la eliminación de cargos impositivos en la facturación.

En tanto, tampoco ha merecido atención de los ediles una iniciativa de abril de 2010, por la que el Concejo podría apoyar el proyecto de nueva Ley Previsional, que impulsan en el Congreso de la Nación la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones de Jubilados y Pensionados, además de otras agrupaciones.

Los integrantes del GJI lamentan esta actitud de los miembros del Cuerpo, que parecen más preocupados por cuestiones vinculadas a la “politiquería”, que a las reales necesidades del pueblo y de los jubilados en particular. Decenas de “pavadas” que a pocos interesan se anteponen en el Concejo de Luján a asuntos tan importantes como la facturación de un servicio público y los haberes jubilatorios.

“Mientras los ediles invierten demasiadas horas de su tiempo (que es el de toda la sociedad) en discusiones que no harán historia, los jubilados advierten cómo en los últimos años de su vida no merecen siquiera una señal de atención de sus representantes directos”, sostienen desde el GJI de Luján.

“Frases como “salió”, “está en una reunión”, “aún no llegó” y otras excusas terminan hartando a ciudadanos que carecen del tiempo del que los ediles disponen; la empinada escalera que conduce al Concejo se aparece cada día más como un infranqueable obstáculo que separa a las personas mayores de quienes debieran asumir las responsabilidades que el pueblo les delegó mediante el voto”, precisan.

“Deberían comprender, los concejales, que en una democracia representativa (que pretende avanzar hacia una mayor participación de los ciudadanos) los jubilados no tienen más opción que plantearles a ellos sus inquietudes: los jubilados no pueden de hacer huelga y tampoco les resultaría sencillo plantearse medidas de acción directa como método de presión”, afirman.

Según el GJI la indiferencia de los ediles hacia los jubilados, que ya supera la habitual desidia de los funcionarios públicos, resulta especialmente dolorosa e indignante: las personas mayores no pueden esperar que un buen día a los concejales se les antoje “sacar expedientes”. Quieren ver concretados sus sueños, el objeto de sus luchas. No tienen “segundo tiempo”.