En algún lugar, poco antes del anochecer...

Un rugido sordo y profundo rompe el silencio en la llanura. El cielo está cubierto y se avecina una tormenta. Tres pequeños ciervos sorprendidos mientras beben en la ciénaga, alzan la cabeza aterrados, dejando ver sus vistosas cornamentas. La dirección del viento les impide guiarse por el olfato y el rugido los toma por sorpresa. Segundos después reaccionan huyendo a toda prisa, favorecidos por sus musculosas y ágiles patas. Una colosal figura también se aleja, sólo que a paso más lento, confiando en la relativa superioridad que le brindan el tamaño y la fuerza. La distancia y la creciente oscuridad desdibujan su silueta, pero aún se asemeja mucho a la de un elefante. Más allá, una extraña criatura cubierta de espesa pelambre amarronada y provista de fuertes garras, continúa pastando ajena a los hechos. El joven y robusto tigre lanza un nuevo rugido y cruza el pajonal para acechar cerca de un claro. Sus ojos dilatados para absorber la tenue luz reinante, muestran un brillo atemorizante. Estudia el terreno y se escurre en silencio entre las sombras. Con fuertes extremidades, garras retráctiles, e impresionantes colmillos que sobresalen fuera de su mandíbula, es la más perfecta máquina asesina. En la cabeza luce una profunda cicatriz, fruto de una pelea con otro de su misma especie. Tiene hambre, la comida ya no es tan abundante, pero hoy parece ser su día de suerte. Un viejo caballo apartado de la manada no se percató de su presencia, y ahora representa una presa fácil para un depredador eficiente como el tigre. Un suave gruñido y se prepara para el ataque. Junta las patas traseras debajo de su cuerpo agazapado contra el suelo, dispuesto a saltar sobre lo que ya considera su cena. Vacila un momento y esto hace que pierda el factor sorpresa. El caballo gira, lo ve en el aire con sus garras extendidas como cuchillos, y lo recibe con una certera patada. El felino cae a la ciénaga malherido, y queda atrapado. Intenta moverse, pero lo único que logra es hundirse aún más en el fango. Horas después, el fin ha llegado y su cuerpo se convierte en un festín para los pequeños carroñeros del pantano.

En el mismo lugar -hoy inmediaciones del Parque Municipal Independencia-, 10.000 años después…

El joven recorre palmo a palmo la orilla del arroyo, mirando, estudiando, tomando muestras. La barranca le permite observar un corte perfecto con los diferentes estratos o capas de sedimentos superpuestos, acumulados durante miles de anos. En los más antiguos descansan los restos de una fauna desaparecida, en tiempos que Mercedes era tierra de gigantes: el Stegomastodon de 2 ó 3 toneladas, pariente de los elefantes; los Gliptodontes, parecidos a los armadillos; los Glosotherium, Megatherium y Toxodon todos herbívoros de espectacular tamaño; el Morenelaphus o ciervo americano; el Hippidion o caballo criollo, y el Smilodonte, un feroz carnívoro conocido como "tigre dientes de sable" con sus colmillos de 25 centímetros. El joven sabe que todos vivían, luchaban y morían, donde hoy nosotros habitamos. De pronto su esfuerzo se ve recompensado, cuando nota algo diferente entre el barro y la tosca. Con cuidado y utilizando una pequeña espátula descubre parte de un cráneo, pero apenas lo suficiente como para identificar al animal y dar rápido aviso al Museo “Carlos Ameghino”. Dos impresionantes colmillos, no dejan lugar a dudas. Después de más de 10.000 años el tigre, rey de la llanura, resurge para contar su historia.

Hoy su figura esquelética dentro de una vitrina del museo parece aún amenazante y lista para el ataque, y recuerda día a día a tantos chicos que lo visitan, que alguna vez fue "amo y señor" de la tierra que hoy pisamos.

En este relato sólo se intenta llamar la atención sobre el pasado de nuestra tierra, el lugar que hoy habitamos. Un pasado muy, muy lejano, y una tierra diferente, salvaje, de fauna extraña y misteriosa. La paleontología es la ciencia que estudia esa fauna conformada por animales gigantescos ya desaparecidos. Mercedes, cuenta –o contaba– con una riqueza paleontológica incalculable.

Pese al valor de los yacimientos fósiles presentes en ambas márgenes del Río Lujan, el gobierno provincial en colaboración con el municipal procedió años atrás al dragado del mismo en una extensión de varios kilómetros. Dejando de lado la discusión de si el trabajo sirvió o no para evitar las inundaciones, no podemos negar que se perdió un patrimonio  imposible de recuperar, y que bien administrado hubiera atraído hacia Mercedes a profesores, alumnos, estudiosos de la prehistoria o simples aficionados, y también a turistas de todo el país. En la oportunidad se propuso conservar las áreas más ricas en restos fósiles y crear un parque paleontológico, que permitiera a los visitantes ser parte del trabajo científico de campo, mientras disfrutaban de un hermoso paisaje natural. En pocas palabras, mediante un recorrido en canoas mostrar las barrancas y parte de los fósiles tal como se los encuentra, a la par de brindar una charla explicativa de cómo fueron formados, hallados y preservados. Dicha metodología, ahora adoptada en muchos lugares del país, tiene la particularidad de ser una experiencia pedagógica única e inolvidable, que tiende a inculcar el respeto por algo que forma parte de nuestro suelo y por lo tanto de nuestra herencia cultural. La idea fue desechada por las autoridades y hoy la zona está abandonada y cubierta de yuyales. Pero parece que aún no todo está perdido. Desde hace algunos meses, está siendo estudiado por el Municipio un viejo proyecto que pretende crear una muestra al aire libre, con reproducciones de cada uno de los ejemplares fósiles en tamaño natural. El sitio elegido para exhibirlos sería la Reserva Natural Arroyo Balta, un amplio predio de notable belleza e increíble diversidad biológica, donde se organizarán visitas educativas para mostrar también la estratigrafía pampeana y los ecosistemas de agua dulce presentes en tres lagunas existentes en el lugar. Además, como el Museo de Ciencias Naturales “Carlos Ameghino” ya cumplió más de 60 años, y su valiosa colección de ejemplares fósiles desborda el viejo inmueble que será difícil de remodelar y ampliar, el ilustre investigador José Bonaparte –reconocido por sus estudios a nivel mundial y a quien tenemos de regreso en su ciudad natal– realiza, junto con personal de la institución, denodados esfuerzos para que Mercedes disponga de un nuevo y moderno edificio, acorde a la importancia de la colección paleontológica con que se cuenta. Demás está hablar sobre el tremendo impulso al mini turismo que representaría concretar un proyecto como este y los beneficios científicos y económicos que traería aparejado. Esperemos pues que tanto esfuerzo pueda esta vez rendir su fruto.

Javier Moleres es integrante de SOS Hábitat, Vecinos Preocupados por el Ambiente, y forma parte de la Asamblea Ambiental de Mercedes.