En el segundo aniversario de su fallecimiento, los amigos de Fernando Tornatore habían decidido pintar un mural con su rostro en su homenaje y a manera de recordatorio de su vida, marcando además su presencia con un mensaje “Fernando Tornatore, ¡presente! 1965 – 2008”. Pero el dibujo realizado de su rostro fue tapado sin contemplación alguna, pintado de blanco, y como un borrón sin cuenta nueva algo de lo que fuera arte (“efímero quizás”, se sabía de antemano) ya no es más que un recuerdo o una foto. Pero no es posible tapar la memoria ni su legado.

Si bien en los impulsores de esta iniciativa no había expectativas de que la obra permaneciese por mucho tiempo, dada la demostración de poder permanente que se ejerce, el intento de control ante las manifestaciones artísticas populares, ante el sentir de la gente, no se esperaba una reacción adversa tan rápida. Una privación del disfrute tan evidente.

A las 8 de la mañana ya estaba tapado. Quizás haya sido antes la blanqueada. Sin embargo, una mancha y una presencia de lo que fuera su rostro aun permanecía fresca esta mañana, mientras el sol brillaba, como ejerciendo una resistencia a la que Fernando tenía a todos acostumbrados. Ahora y siempre, desde donde esté.

Fernando Tornatore era un militante de izquierda y había sido referente del Partido Obrero en el ámbito local. Activo partícipe en cuanta manifestación hubiese, había sido incluso candidato a concejal por esa fuerza política. Tenía relación con todos los de su generación y los mayores, y alentaba a los más jóvenes a militar por un cambio. A poco de su muerte, incluso su figura fue reconocida por militantes de distintas fuerzas, en un emotivo homenaje que se le realizó en el Club Comunicaciones.