(Por María Eugenia Scioli) El jueves 30 de septiembre quedó inaugurada una nueva muestra de pinturas del artista César Lalla, quien lleva adelante desde hace más de seis años los talleres de plástica de “El Vértice” junto a su esposa (también artista ella)  María del Pilar Martínez Liébana.

La exposición reúne cerca de veinte obras pintadas en los últimos tres años, algunas más conocidas otras no tanto, entre las que se destacan la serie de las flores, los ciclistas de “Velocidad y color” y algunos cuadros relacionados a la temática del tango.

Lo interesante de esta propuesta es que aún conociendo algunos de los cuadros, la puesta en el Hotel Cultural Vistalba los inserta en un entorno diferente, algo que tiene que ver un poco con el proyecto del propietario del hotel, Federico Negri: mostrar arte como un elemento integral más del  habitual funcionamiento de este emprendimiento turístico en donde la cultura pesa como valor agregado.

Ciertamente, no es lo mismo ver una obra en una sala de exhibición o en un museo, a poder apreciarla aquí, cobrando protagonismo en cada una de las habitaciones de huéspedes, o el amplio y luminoso hall de estar, o el comedor, o en todo caso a la luz de las velas entre las penumbras de la pequeña bodega. El estilo sigue siendo Lalla, con la mancha y la textura jugando dentro y fuera de la figura en un eterno guiño a la abstracción, las brillantes paletas, el trazo decidido sugiriendo movimiento… pero uno termina redescubriendo cada cuadro aquí de una manera completamente diferente.

De la trayectoria de César se puede decir mucho: ha cosechado premios en salones, ha participado en muestras colectivas y se ha lucido merecidamente en sus exposiciones individuales. Es un excelente y generoso profesor (quien escribe esta nota ha sido alumna de su taller, lo sigue siendo y puede dar fe de ello). Integra la Asociación de Artistas Plásticos Mercedinos y siempre se ha destacado por su colaboración, participación y permanente apoyo a las diferentes manifestaciones culturales y artísticas de la ciudad. Pero más allá del curriculum y los premios que ha recibido, y, quizás para entender lo que genera su obra y su persona, sirve simplemente mencionar el interés de la gran cantidad de personas que se hicieron presentes en una apertura planteada lejos del circuito cultural habitual (el hotel se levanta en ruta 5 a la altura del kilómetro 100,8) y en día de semana, porque viernes y sábado el lugar suele estar ocupado por huéspedes provenientes de Capital o algún otro lugar remoto del país.

Aquí los amigos y los amantes del arte no quisieron faltar, ni dejar de acompañar a este artista cuya obra vale la pena ver cada vez que surja la oportunidad.

Ojalá esta nueva exposición sirva para difundir mucho más su obra, que merece ser valorada y conocida.