Las comunidades rurales del partido de Mercedes han ido adquiriendo protagonismo por el propio esfuerzo, ya que desde el municipio poco se ha hecho. Cada una tiene su propio perfil, al que hay que ir contribuyendo a su afianzamiento. Ello no sólo pasa por alguna obra pública, sino por su identidad cultural: los aniversarios de sus orígenes, el recuerdo de quienes fueron sus pioneros, la Escuela y los docentes que encaminaron a los pequeños por el sendero del saber, de aquellos que alguna vez partieron hacia otros rumbos en procura de trabajo o por matrimonios con forasteros, la festividad patronal, la llegada del ferrocarril, etcétera.

Todo ello debe ser valorado y bien vale no perder la oportunidad de recordarlo con alguna fiesta en particular, porque celebrando y evocando, el valor vida toma cuerpo y espíritu.

Acaso quién no recuerda, por ejemplo, el almacén de Barrancos, la carnicería de Amable Pombo, familias como las Piano, Piazza, Mosca, etcétera, en Goldney; a Lowe, los Ibaldi, Laporta, el almacén de Bigongiari, las galletas de la panadería de Laporta, la carnicería de Donaire, el nacimiento de la Cooperativa “Julio Levin”, el asfaltado del acceso, el establecimiento y construcción de la Sala de Primeros Auxilios, las casi cincuenta muertes acaecidas en los pasos a nivel en los últimos cincuenta años, la Escuela 20, el Jardín de Infantes (por citar algunas realidades), en la zona de Agote y Gowland.

En Tomás Jofré –por un lado el nombre del pueblo y por el otro el de la estación ferroviaria– a Domingo Silvano, el comisionista Juan Bigatti, Héctor Ríos, Alberto Bell, Pedro Richini, las tejas de Gatti y Barroso, la fábrica La Goya, los Ojea, Puricelli, a Tomás Fronteras, la construcción de la nueva capilla, el Corso gaucho, las maestras Leticia Calderazo, Nair González, la escuela y jardín de infantes, el almacén de Sirvan, sus casas o comedores o “postas de tenedor rústico” (como los calificó el diario La Nación), el asfalto de la ruta 42 hasta La Verde, localidad esta última sin desarrollo urbano (a modo de pueblo).

En Altamira, a Sandoval, Francisco Cuarela, Luis Lorenzo Bandoni, Ravassa, Badano, Puricelli, la extinguida pista de Andino donde los pingos se lucían en recordadas cuadreras, la fundación de la Colonia Zumerland, a los maestros Roberto Otermín, Dina Novelli, el almacén El Faro, la Escuela 17, el Jardín de Infantes construido por el aporte de sus vecinos y que este año está celebrando sus veinticinco años de vida.

En fin, cuánto hay para recordar.

Frente a tal bagaje de datos –sólo por mencionar algunos– restan poner de relieve aspectos que contribuirían al desenvolvimiento colectivo. Primero cabrá decir quiénes son y de dónde provienen, en buen romance la micro-historia. Ello equivale a expresar: aquí estamos; no nos olviden. Necesitamos servicios: agua potable (anunciada), la reparación y mantenimiento de caminos y calles, la concurrencia de mayor número de veces por semana de profesionales de la salud, la prestación de servicios de colectivos, que a las escuelas le prestan mayor atención y se las transforme en vida de jornada completa de modo que los niños ingresen de mañana tipo ocho y treinta, y egresen luego de la merienda,  mayor poder lumínico de las lámparas de alumbrado público y su extensión, la recolección de residuos y rezagos, la llegada de la red de gas natural (a Agote, por ejemplo). Y ni que hablar del tema seguridad poniendo en práctica políticas preventivas y acciones estratégicas.

Respecto de Gowland y Agote cabe reclamar la creación de una Delegación Municipal con las características y responsabilidades ya descriptas en anterior nota.

Merced al empuje de sus hombres y mujeres posibilitaron aunadamente a burilarle el perfil que posee, al que desde nuestro sector queremos sumar el compromiso de nuevas conquistas.  

 
* Alejandro Francisco Molle es candidato a Concejal por la Lista 132, Frente Popular.