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17/10/11 Hace un año nos conmovíamos con la noticia de que una bala de la patota sindical había matado a Mariano, herido gravemente a Elsa Rodríguez y a varios compañeros más. Comenzamos a saber lo que ya sabíamos. Que los intereses económicos cuando se los afecta reaccionan como sea cuando les tocan sus intereses. Pero también sabíamos y sabemos que la clase obrera indefectiblemente lucha. Y eso era Mariano Ferreyra: un hijo de esa clase en la que nació y se forjó, para luchar contra lo injusto. Cayó defendiendo la causa de los que estaban solos, porque los tercerizados del Roca eran invisibles para el poder y por supuesto para el gobierno de Cristina. Lógicamente esto debía ser así, si los capos sindicales estaban como parte del negocio. La famosa burocracia sindical embolsaba, y lo sigue haciendo, gran cantidad de subsidios con empresas fantasmas. Claro, los tercerizados realizaban su trabajo cobrando la mitad de lo que percibe un ferroviario por convenio, negocio redondo para los sindicalistas y funcionarios de la secretaría de Transporte. Por lo tanto era mejor para ellos hacerlos invisibles. Sin representación sindical alguna fue el Partido Obrero quien estuvo junto a ellos desde el primer día y Mariano el mejor ejemplo de esa relación. Como aquel día 20 de octubre fueron muchas las acciones que los tercerizados emprendieron para lograr lo elemental: el ingreso a planta permanente. Este entramado de curros de unos y otros no dudó en defender sus intereses con su habitual compañera “la patota”. La metodología no es nueva, y ha aparecido en varias ocasiones para amedrentar a los trabajadores, cuando los burócratas atornillados a sus sillones comprenden que la lucha apunta a quitarles sus privilegios. Los burócratas, con la complicidad del Estado armaron su patota, con la anuencia no sólo de los funcionarios de Transporte sino también de UGOFE, o sea la empresa que concesiona el Roca y la propia Policía Federal que liberó la zona para que este grupo de choque “escarmentara” a los trabajadores. Y así asesinaron a Mariano, que no reclamaba nada para sí, sino para los compañeros de clase. Pero sí tenían Mariano y los tercerizados un objetivo común que los hermanaba: el triunfo de una lucha obrera. La altura moral de un militante que sabe qué intereses defiende y qué enemigo poderoso enfrenta contrasta con la imagen banalizada que nos quieren vender de la juventud politizada que sólo sirve para hacer asistencialismo, no para cuestionar la explotación, el atropello y la injusticia. Mariano Ferreyra no repartía colchones ni televisores: entregaba su capacidad creadora al servicio de la organización de los trabajadores. Sólo la movilización produce justicia Este 20 de octubre, una cita de honor Convocamos a todos los que crean que sólo la lucha alejará la impunidad en este y otros casos, a concurrir a esta movilización para gritar bien fuerte: “Mariano Ferreyra, presente”. Hasta la victoria siempre compañero.
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Noticiasmercedinas.com - Actualizado 17.10.11 2:44 PM |
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