Poco antes de las 11 horas, este sábado 24 de marzo, se dio inicio al acto oficial por el Día de la Memoria en la Plaza San Martín, junto a la placa que recuerda a las víctimas del terrorismo de Estado, asesinados y desaparecidos durante el periodo de la dictadura que se inició en 1976 y culminó con el retorno a la democracia en 1983. Como actividad central, este año, se reconoció a las madres de los asesinados y desaparecidos de la ciudad, con la emotiva entrega de pañuelos a cargo de sobrevivientes que fueron compañeros de lucha de sus hijos e hijas. Además, hubo un recital de Liliana Vitale y Verónica Condomí, y desde la Comisión Municipal por la Memoria se anunció que se colocará un árbol junto a la Placa que recuerda a los desaparecidos y asesinados.

“Hace pocos días el mismo monstruo que por desgracia vio nacer esta ciudad y que reclama no mirar hacia el pasado, llamaba desde el presente de su cárcel a no quedarse con los brazos cruzados, a ganar la guerra política a través de los mensajes y los medios de comunicación”, se destacó en un principio en referencia al dictador de origen mercedino Jorge Rafael Videla y su avanzada mediática. “Sus declaraciones reproducen el mismo odio de la dictadura que presidió. Contra este odio seguimos proponiendo el juicio justo y el castigo legal a tantas atrocidades cometidas. Por eso estamos acá, no somos el pasado, somos los que como las madres de la plaza decimos que queremos democrática y pacíficamente memoria, verdad y justicia”, se indicó desde la Comisión por la Memoria y luego se entonó el himno nacional.

En este contexto se agradecieron adhesiones como la de la CTA Mercedes y la AJB y se indicó que en los próximos días se plantará detrás de la placa un árbol para que “entre la muchedumbre de sus hojas sigan aullando con la misma lucha los sueños y la vida”.

Por parte de la comuna, se dirigió a los presentes el secretario de Gobierno, doctor Sergio López, quien lo hizo en ausencia del intendente Carlos Selva, que –aclaró– no pudo estar por el fallecimiento de un familiar cercano. López marcó el “honor” que sentía al representarlo y destacó lo sucedido en el Concejo Deliberante, sobre todo en el discurso de algunos concejales como el caso de Juan Carlos Benítez, que dio su testimonio como sobreviviente de la época de la dictadura. “Cuando se habla de los desaparecidos se habla de los jóvenes, no de los pibes. Los desaparecidos son aquella juventud maravillosa. Hoy cuando escuchábamos la edad a la que habían desparecido, los que hoy tenemos hijos de esa edad entendemos el terrible daño que se causó”, dijo y resaltó el valor de las madres en la búsqueda de sus hijos. “Nadie puede imaginar el dolor que sienten”, indicó.

En tanto, Mabel Riveiro, de la comisión de familiares de detenidos, desaparecidos y asesinados por la dictadura, retomó la palabra y destacó el “desafío de no burocratizar esta experiencia”: “La memoria no es una cosa que se posee de una vez y para siempre y se exhibe pesada y obligatoriamente, cada 24 de marzo, de modo rutinario, una especie de ceremonia vacía, un ritual sin relación con nuestro presente. La memoria es una práctica cotidiana y colectiva, que en su voluntad de vivir manifestándose se afirma de diferentes formas. Se expresa creativamente en la música, la pintura, la fotografía, el cine, los documentales. Se vale del compromiso y la responsabilidad social para ofrecerse en el testimonio judicial, se involucra con el futuro, y se difunde con reflexión y amor en os encuentros realizados en las escuelas. Se muestra alerta y vivaz para seguir exigiendo el castigo de los responsables de la desaparición de Jorge Julio López, Luciano Arruga y a los autores materiales e intelectuales del asesinato de Mariano Ferreyra. También la memoria resiste la embestida de aquellos sectores de la sociedad que insisten de modo patético, desesperado, ya francamente triste, que en la Argentina hubo una guerra entre dos bandos, cuando cada vez queda mas claro y evidente, que en la Argentina hubo un terrorismo de Estado planificado y sistemático, que contó con el apoyo de grupos económicos, de partidos políticos, de sectores de la Iglesia, de los medios de comunicación que no querían resignar su poder y sus privilegios, ante un proyecto de país popular, solidario e igualitario. Este año queremos homenajear a las madres de nuestros compañeros, que en su búsqueda debieron transformarse a sí mismas, salir a las calles, poner el cuerpo”, indicó sobre este desafío del terror que practicaron, con coraje, paciencia e integridad: “Ellas nos enseñaron a aprender del dolor y a no rebajarse ante la melancolía, la venganza, el desánimo y el desquite”, marcó y repudio las leyes de obediencia debida y punto final y los indultos.

A las madres de los desaparecidos y asesinados, entonces, les correspondió el homenaje central, con la entrega de pañuelos por parte de militantes barriales de esa época, como Elsa Molina, Ernesto Ballesteros, Mecha Ramírez, Mario Fernández, Alberto Torres y Mary Troncoso. “Desde la Comisión pensamos en estos compañeros de la década del 70. Con estos compañeros y muchos otros compartimos parte de nuestra vida y nos marco en forma definitiva. Había lucha, militancia, organización, pero también amores que nacieron. Había mucha vida. Muchos de ellos siguieron militando pero quisimos que ellos fueran los que homenajeen a las madres. Nosotros aprendimos muchos de los compañeros de los barrios y queríamos ser como ellos”, dijo Virginia Altube, de la Comisión por la Memoria.

Así se les fue entregando presentes a cada una de las familiares de los detenidos y asesinados, como María Elena Puricelli de Bojorge, madre de Stella Maris Bojorge; Silveriana Jaime, madre de Carlos Martín Gatica, que fue recibido por su hermana por estar la madre enferma y no poder asistir al acto; Susana de Ojea Quintana, madre de Esteban e Ignacio Ojea Quintana; Rosa Basso, madre de Roberto Passadore; Teresa Donadío de Riveiro, madre de Adriana Teresita Riveiro de Goicochea; Eveida Radavero de Tillet, madre de Carlos Tillet; familiares de Mercedes Quintar de Abdala, madre de José Abdala, fallecida; familiares de Ana María Britos, madre de Carlos Agosti, también fallecida, por lo que lo recibió Marcela Agosti; Nilda Mazzochi, madre de Carlos Martín Cardinal, también fallecida, y recibido por María Inés Cardinal; Licha de Felice, madre de Susana Falabella de Abdala, recibida por sus familiares; Dora Dagnino de Goicochea, fallecida madre de Luis Eduardo Goicochea, recibido por su hermana Susana; Lola Isabel Montes de Heredia, quien fuera en vida madre de Francisco Heredia, recibido por Marcelo Heredia; Mary de Iriart, madre de Amer Francisco Iriart, recibido por Mercedes, su esposa; Lina Abiz, madre de Enrique Pankonim; Ilda Rodríguez de Picardi, madre de Félix Eduardo Picardi, recibido por su hermano; Leonor Lennard de Révora, madre de Lucila Adela Révora de De Pedro, recibido por Laura y Lalo Révora; y Haydeé Rosa Cirullo de Carnaghi, que era la madre de Carmen María Carnaghi, ambas víctimas de la dictadura.

“Gracias madres, por sus hijos e hijas es posible nuestro presente”, se indicó desde la Comisión y se presentó a Verónica Condomí y Liliana Vitale, cantantes que estuvieron brindándose con su música. Dijeron que era “un honor” estar en la ciudad para “compartir la historia”. Introdujeron con “Qué ves el cielo”, tema compuesto por Luis Alberto Spinetta, de la placa discográfica “El jardín de los presentes” (Invisible, 1976) y siguieron con otras interpretaciones para deleite de los que se acercaron a la plaza para compartir el acto por la Memoria.

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