El mercedino Alberto España, diputado provincial y dirigente gremial de los trabajadores de la industria molinera durante años, fue parte de un homenaje al también dirigente gremial asesinado en 1962, Felipe Vallese.

Como parte de una actividad organizada por el legislador del Frente para la Victoria-Partido Justicialista, Alfredo Antonuccio, la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires evocó el jueves la figura del dirigente gremial Felipe Vallese, delegado de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) que fue asesinado por policías el 23 de agosto de 1962.

Del encuentro fueron parte el vicepresidente del cuerpo legislativo, José Ottavis; y los legisladores Lucía Porcos, Fernanda Raverta, Rocío Giaccone, Viviana Nocito, Miguel Funes y Alberto España, todos miembros del FpV-PJ.

Con sentidas palabras en homenaje a Vallese, Antonuccio realizó un breve repaso histórico sobre las persecuciones que sufrió el peronismo en diferentes etapas de la Argentina y resaltó que al dirigente sindical “lo mataron por defender un ideal de país y no entregar a sus compañeros”.

“Por eso es que afirmo que el peronismo es revolucionario o no es nada”, enfatizó.

Por su parte, Ottavis puntualizó que “nunca hay que dejar de ser pueblo más allá de las responsabilidades o los cargos que uno tenga”, y reivindicó la “capacidad transformadora que trajeron a la política Néstor y Cristina Kirchner desde 2003”. 

Felipe Vallese fue un obrero metalúrgico y dirigente de la Juventud Peronista (JP), secuestrado el 23 de agosto de 1962, durante el gobierno de facto de José María Guido y luego desaparecido. Es uno de los primeros desaparecidos de la historia argentina contemporánea, junto con Joaquín Penina (1901-1930, albañil anarquista catalán desaparecido en Rosario), Juan Ingalinella (1911-1955, médico comunista torturado y desaparecido por publicar y repartir volantes repudiando la Masacre de Plaza de Mayo, el Golpe de Estado contra Juan Domingo Perón).

Al momento de su secuestro, Vallese tenía 22 años y era delegado de la fábrica TEA. Diversos testimonios manifiestan que fue conducido a la comisaría 1a de San Martín, y que allí fue torturado, probablemente hasta su muerte. Su cuerpo nunca apareció. El hecho produjo una importante conmoción social y su aparición con vida pasó a formar de las reivindicaciones de diversas organizaciones. Se hizo popular el canto: “Un grito que estremece / queremos a Vallese”.