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27/08/12
“Atrapados”: un clásico que está siempre vigente
El espectáculo teatral del grupo “Ser o no Ser”, que Sergio Blanco ha presentado a la consideración del público mercedino, fue una digna versión de este clásico de Agatha Christie.




 

 

Por Susana Spano

El género policial presenta, en su forma clásica, un problema deductivo. La trama suele ser sencilla: se comete un crimen y el lector, a través del relato, deberá intentar descubrir quién es el asesino, a partir de los indicios que se deslizan de los acontecimientos. En la escena final, el héroe, que oficia de detective, comunica la solución del problema. Sin embargo, cada uno de los hechos que presenta el relato policial es dudoso y puede estar incluido con el exclusivo fin de engañar al lector. El narrador mismo no ofrece garantías. Por esta razón, generalmente, un ayudante del detective, no demasiado brillante, es quien observa hechos que no comprende y no se fija en lo esencial. Si el narrador fuera el detective y el lector asistiera a los procesos mentales de éste, la sorpresa final no existiría. Por eso, una buena pieza de género policial contiene dos historias: lo que parece que ocurrió y lo que ocurrió realmente.

Precursores del género
Los precursores (hay otras teorías tal vez más forzadas) del género policial son la novela "Caleb Williams" de W. Godwin, las "Memorias" del ladrón legendario E.F. Vidocq (que fue el personaje principal de la película francesa del mismo nombre, protagonizada por Gerard Dépardièu) y algunos escritores del siglo XIX como Dostoievski, Balzac o Dumas.

En esta etapa preliminar, el crimen constituye una forma de protesta social, y el criminal es un héroe o una víctima de las injusticias de este tipo. El precursor más directo, no obstante, es Edgar Allan Poe (1808 - 1849), que creó al detective Auguste Dupin, el primero (literario) de la historia.

El género se consolidó con las novelas y los relatos de Sir Arthur Conan Doyle (1859 - 1930), que presentó a Holmes y su ayudante, el doctor Watson por primera vez en la revista "The Strand Magazine" en 1890.

Los relatos de aventuras policiales citados sufrieron un cambio radical en los años veinte, con la aparición de la "novela enigma", de la mano Agatha Christie que produce un cambio sustancial entre autor y lector: potenciar el "fair play" (juego limpio) para que tanto este último como el investigador dispusieran de los mismos datos para resolver el crimen.

De la mano de la novela enigma llega uno de sus más célebre personajes: Hércules Poirot el atildado y obsesivo detective belga que resulta ser la cara opuesta de Sherlock Holmes.

Una de las particularidades de sus escritos de Agatha Christie es comenzar a partir de alguna antigua canción de niños. Tal el caso de su relato “Tres ratones ciegos” que se publicó por primera vez en la revista británica Woman's Own en 1948. Posteriormente se llamó “Tres ratones ciegos y otros relatos” (nueve historias publicadas en Estados Unidos en 1950) y en 1952 se convirtió en la obra teatral “La Ratonera” que se estrenó en Londres y permaneció en cartel durante cincuenta años con un gran éxito.

El 17 de agosto, el grupo “Ser o no Ser”,  subió a escena una adaptación de este clásico con el nombre de “Atrapados” en el Teatro Argentino, Julio César Gioscio.

 

La puesta
La obra narra una secuencia de acciones que tienen lugar en una casa de huéspedes de estilo victoriano. En una fría noche de invierno, van llegando a la mansión los inquietantes inquilinos que pasarán un fin de semana en ella, sin saber que los acontecimientos que allí se desarrollarán convertirán el lugar en  una ratonera.

Sergio Blanco adaptó el texto de Agatha Christie, aumentando el número de personajes – once en lugar de los nueve originales – y cambiando sus nombres, excepto dos: El Señor Paravicini y La Sargento Trotter. Sin embargo, los cambios solo son nominales porque la esencia de cada uno de ellos fue respetada.

No es fácil manejar once personas en escena, mantener el equilibrio escénico,  dejar que los diálogos fluyan coherentes y la acción gane en intensidad. Requiere de un trabajo detallado y una marcación minuciosa, que no deje nada librado al azar.

La puesta que presentó Sergio Blanco demostró que todos los elementos mencionados fueron tenidos en cuenta. Desde la escenografía, que respetó las indicaciones de la obra en todos sus detalles, hasta la iluminación y el vestuario de época de los actores. Un párrafo aparte para la elección de la música que marcó adecuadamente los momentos de mayor suspenso. 

Con respecto a las actuaciones fueron en líneas generales buenas, aunque con algunos desniveles.

Jésica Juárez interpretó a la Sra. Thompson –la dueña de casa– y fue expresiva y segura en los parlamentos.

Daniel Caloni  –el Sr. Thompson– dio vida a un burgués provinciano, prejuicioso y celoso, muy convincente.

Leonardo Juárez –Cristian Wash– abordó un personaje complejo, donde se deben combinar momentos de alteración y orfandad, según lo requiere el texto. Salió airoso del desafío pero debe cuidar no caer, por momentos, en la sobreactuación.

Mabel Mónaco –Ada Barlow– fue la típica ama de llaves inglesa: fría y circunspecta, pero fiel a sus empleadores.

Silvia Viani –Brígida Brown– realizó una verdadera creación de la excéntrica y dura jueza. Su solvencia escénica quedó demostrada en el frío desprecio ejercido hacia sus eventuales compañeros de alojamiento; su desplazamiento corporal, los silencios teñidos de desdén. El único detalle es su voz, que debería sonorizar un tono más para lograr el efecto total de este personaje.

Paula Duro –Alicia Livingston–  realizó una magnífica interpretación de esta extraña mujer llegada desde el extranjero. Le dio a su actuación todos los matices dramáticos que éste requiere y logró momentos excelentes.

Carolina Galeano –Teniente Aznar– a pesar de cumplir con un corto papel, mostró seguridad y buen manejo escénico haciendo su personaje creíble.

José Dova –Carlos Paravicini– compone a un tipo ambiguo, cuya conversación está teñida siempre de intencionalidad y suspicacia. Es el personaje extranjero, que pone de manifiesto la xenofobia de los ingleses, a la que tantas veces recurrió Agatha Christie en sus obras. Por tanto Paravicini es un tipo de difícil encasillamiento y nada fácil de interpretar. José  Dova salvó todos los obstáculos e hizo de este personaje un verdadero hallazgo, utilizando la bufonada, sin caer en la sobreactuación.

Carolina Ezcurra y Eduardo Owen: dieron vida a la joven pareja de recién casados que llega a la casa de huéspedes. Sus actuaciones fueron prolijas.

Natalia Martín –Oficial Trotter– jugó muy bien su papel; plegándose al texto en todo lo que éste marca. Es una actriz segura y solvente que aborda sin dificultad, el papel que se le asigna.

El espectáculo representado por el grupo “Ser o no Ser”, que Sergio Blanco ha presentado a la consideración del público mercedino, fue una digna versión de este clásico de Agatha Christie quien, a través de sus cuatro mil millones de novelas vendidas, y traducidas a ciento tres idiomas, tiene un nombre bien ganado en la literatura de género.

Un verdadero trabajo de equipo que demuestra que el esfuerzo mancomunado puede dar sus frutos y brindar un espectáculo de alto nivel.

 

 

 

 

   

 



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