Hace más de cien años la Unión Cívica Radical nació a la vida política como un instrumento del hombre en la búsqueda de su dignidad.

Desde entonces se ha visto sometida a avances y retrocesos, a luces y sombras, según fuera la realidad histórica que la tuvo como protagonista y la fortaleza o debilidad en sus convicciones de quienes la integraron.

Fue gobierno y fue oposición, fue mayoría y dejó de serlo, pero nunca abandonó su esencia comprometida en aquél anhelo originario.

Enfrentó al fraude, a la corrupción, la persecución y las proscripciones, se opuso a las inclinaciones autoritarias de gobiernos civiles y a sangrientas dictaduras.

Así forjó una concepción de la política asentada en valores permanentes: la elevación moral y material  del pueblo, y en tiempos difíciles se constituyó en el partido de la libertad y las instituciones, sostenido por generaciones de radicales que resistieron aún perseguidos o perdiendo una y mil elecciones.

Pero a lo largo de su historia, necesario es decirlo, ese temple nunca fue monolítico. En tan largo tránsito, así como siempre hubo lealtades también muchas veces existieron traiciones (tal lo dijera el mismísimo Hipólito Yrigoyen).

Hoy en nuestra ciudad nos encontramos ante una nueva coyuntura de esa naturaleza que debemos resolver los radicales en comicios internos.

La alternativa está planteada por dos listas de candidatos para el Comité de distrito.

Quienes se postulan por la lista 25 son mayoritariamente los mismos que conducen el Comité desde hace varios años encarnando una gestión anodina, con total ausencia de un accionar dotado de proyección política. Es decir no hicieron nada de lo que debieron hacer, al tiempo que, por el contrario, hicieron precisamente   lo que no debían hacer como autoridad partidaria.

Es público que en las elecciones generales del año pasado trabajaron en contra de las posibilidades electorales del Partido. Cuestionaron públicamente a sus candidatos a quienes restaron el debido apoyo institucional, cerraron el Comité, trasladando maliciosamente al electorado la imagen de un partido inorgánico, conflictuado en términos insalvables, lo que inevitablemente influyó en el ánimo de probables votantes. Por si fuera poco, algunos de quienes integran esa lista trabajaron a favor del actual intendente; complicidad que aún mantienen para que el municipio devuelva favores y se inmiscuya en la interna radical sumándoles votos. Triste negocio de pobres aspiraciones: ellos conseguir una “victoria” y la comuna lograr colaboracionistas en un partido de oposición.

Tales son los antecedentes inmediatos de la lista 25, cuyo objetivo central confeso es la fractura definitiva de la Unión Cívica Radical. Esta es la razón determinante por la cual hay internas en Mercedes.

Por su parte la lista 1027 está compuesta por militantes de larga trayectoria e inalterado compromiso con los intereses del radicalismo, al que sostuvieron en tiempos tormentosos y que expresan una real renovación, no solo de personas sino también de métodos y propósitos.

Roberto Lafón, su candidato a presidir el Comité, reconocido por su enorme generosidad y su permanente compromiso personal hacia el prójimo (virtud que trasladada a la política genera efecto ejemplarizador), es un genuino e inteligente contemporizador que tiene asumido como deber central lograr la unión de todos los radicales. Si llega a la presidencia seguramente lo concretará.

Entonces, de lo que en esencia se trata en este momento es de definir si la Unión Cívica Radical ha de recuperar o no su rol histórico; por eso, más allá de simpatías cercanas o distantes, siento el deber de pedir a todo afiliado que me escuche, que me crea y que vote el próximo domingo.

 

* Juan Manuel “Pancho” Torres es abogado, concejal mandato cumplido y Presidente de “Radicales Para el Cambio”