El río no puede quejarse, reclamar, gritar, odiarnos por este estado de abandono, de maltrato.

El río no puede entender la razón por la que está así: sucio, contaminado, con olores nauseabundos, sin vida.

Pero la gente sí puede entenderlo. El municipio sí puede entenderlo y más aún, debe velar por su cuidado.

Pero sigue sin entender su tarea porque ya muchos se la explicaron pero no la entiende, y el río sigue sin protección, sin cuidado.

Si preguntáramos a los mercedinos si les gustaría tener un río limpio donde puedan recrearse, sentarse junto a él, contemplarlo, acampar, dirían que sí. Pero cuando se les consultara sobre si aportarían voluntad, esfuerzo y responsabilidad para protegerlo, muchos huirían. Porque es más sencillo tirarle la bolsita de residuos directamente que donde corresponde, es más fácil tirar mi electrodoméstico al río que buscarle un destino donde pueda ser reutilizado o reciclado.

En la imagen se observa un río oscuro, con una mancha gris, probablemente de químicos arrojados por las industrias que creen que el río es una cloaca más. Porque si bien vinimos hablando de la responsabilidad del vecino que tira sus desechos, también las industrias tienen su gran responsabilidad al matar diariamente al río. Igual que el municipio que no las controla, que le pasa la responsabilidad a otros. Mientras, los años siguen pasando, los mandatos también y el río sigue muriéndose. Y cada vez es más tarde para remediarlo pero no imposible.

Solución tiene, es lo que todas las asociaciones ambientales de la cuenca del río Luján venimos afirmando. Pero se necesita compromiso y decisión, valores que faltan en nuestro municipio y, por ende, en nuestra sociedad mercedina.

* Antonela Chaves es integrante de SOS Hábitat