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03/06/13
Por Susana Spano El sábado 1 de junio, el Grupo Entretelones presentó en el Teatro Argentino Dr. Julio César Gioscio “La Mecedora”, una obra de Walter Perruolo, con la dirección de Eduardo Grinovero y Javier Laresca. La acción transcurre durante el velorio de un hombre mayor, cuyos hijos han vivido alejados por distintos motivos. Reunirse a partir de un hecho irreversible, como la muerte, incita a los recuerdos que, al desgranarse, ponen de manifiesto las diferencias de los hermanos: la millonaria, materialista y calculadora, que solo mide las acciones de su vida por el dinero; la abnegada, que cumplió con el deber estipulado por la norma y el soñador, que abandonó el mandato familiar para plasmar su sueño; el que alimenta su espíritu pero lo condenó a la pobreza. El padre ha dejado tres cartas, una para cada hijo, que deberán ser leídas a su muerte. Como en un rito, las cartas son abiertas al unísono y los hijos leen su contenido pero ninguno alcanza a entender el significado del legado paterno. Uno de los objetos preciados de la familia es la antigua mecedora que perteneció, a la abuela primero y a la madre después. Para cada hijo tiene un significado distinto, pues en ese objeto se atesoran los recuerdos de la pasada infancia. El legado no es el esperado y las discusiones crecen, los reproches son ásperos y la agresión queda latente entre ellos. Cada uno se encierra en sí mismo, como una pequeña isla de la que no pueden escapar. Sin embargo, a través de un hecho inesperado, podrán reflexionar, bucear en su interior buscando las respuestas que por años no quisieron o supieron encontrar. Walter Perruolo marca, en La Mecedora, una distancia entre el lenguaje y la realidad, a través de la simulación y logra una verdadera parodia que sorprende, inquieta y pone al descubierto las miserias humanas. Sin embargo su mensaje no es desesperanzador; por el contrario deja abierta la posibilidad de la esperanza, cuando sus criaturas dejan que los sentimientos hablen. Para transmitir todo ello recurre a momentos desopilantes, perfectamente equilibrados con otros, emotivos, que revelan un texto sólido que crece hasta el final. Una obra de tales características plantea fuertes desafíos; Eduardo Grinovero y Javier Laresca los enfrentaron con solvencia, particularmente en la marcación actoral. Luján Biaggini compuso a la sufrida hija que cuida al padre hasta el final; su personaje fue medido, cuando lo requirió el texto y tierno en la despedida definitiva del padre. Karina Ricchini fue más que convincente en su insoportable millonaria, despreciativa y calculadora. Con su solidez habitual compuso un personaje complejo por la multiplicidad de matices que demanda el texto, a medida que la acción progresa. Eduardo Grinovero fue el hermano menor, algo apocado, bohemio y soñador que no duda en reaccionar frente a su hermana cuando la ocasión lo requiere. Javier Laresca cumplió con una actuación excelente. Los matices, la gestualidad, y el crecimiento de su personaje fueron impecables, cumpliendo con una de las mejores actuaciones de su carrera. La iluminación fue adecuada y la música excelente; sólo una sugerencia, sería bueno, en algunos parlamentos, bajarla un poco pues dificulta seguir el discurso de los actores. Con su ópera prima “La Mecedora”, Walter Perruolo ha puesto de manifiesto que es un excelente autor teatral; esperamos ver nuevos trabajos suyos en representaciones tan bien armadas como las que seguirá brindando el Grupo Entretelones, por dos semanas más en el Teatro Argentino
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Mercedes - Bs As - Argentina |
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