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Si como el Troesma decía que ‘20 años no es nada’, imagínense entonces 40 pirulos. Es menos que nada. Todo bien, pero lamento decirles que esta frase magistral, que tanto nos representa, es mentira.

O en todo caso, una media verdad.

Estos 40 años, que nos vieron despedir la Promoción ´73 están llenos, cargados de cosas y hechos, los unos alegres y soñados, los otros impensadamente crueles y tempranos.

Aquellos jóvenes disconformes y transgresores, con el pelo suelto y los sueños por venir, conocimos bien pronto el dolor que significa perder amigos y compañeros, algunos por los extraños caprichos de la vida, otros por el inimaginable designio de una dictadura que masacró a sus propios conciudadanos.

Entonces, nosotros, que nos pensábamos invulnerables debimos caer en cuenta que éramos nada más que simples mortales, que la debíamos yugar y penar como cualquier hijo o hija de vecinos.

Pero la vida también nos trajo recompensas. Si no fue la piba de los picnics fue alguna de las siguientes, pero en algún momento pudimos formar una familia y también ver llegar a nuestros hijos al mundo, y con ellos quizás, dejamos definitivamente atrás los años de displicencia y despreocupaciones.

Estudios, no estudios, empleos y desempleos, éxitos y fracasos, se fueron sucediendo. Para algunos los hijos fueron los hijos de amigos, primos o hermanos. Padres enchinchados o tíos piolas, todo es parte de nuestra historia. Esperanzas democráticas y decepciones del mismo origen, nos demostraban que conquistar la madurez como país, nos llevaría unos cuantos años más que lo que peinar canas y empezar a tener una panza preocupante.

Y las esperanzas, que se escurren, como los años, como arena caprichosa entre los dedos, pero nos aferramos igual a poder alcanzarlas. Las seguimos buscando, para uno, para todos…

¿Qué es, entonces, esta fecha? ¿Por qué significa tanto este llamado a reunirnos una vez más? ¿Qué nos conmueve aún de estos reencuentros, luego de que la vida nos desparramara por tantos rincones y situaciones diferentes?

Quizás el motivo haya que buscarlo precisamente hace cuatro décadas, cuando en la flor de los años éramos tan felices, cuando la palabra Amigo no tenía un antónimo, cuando al pasar a buscar a los demás colegios, se nos quedaban bizcos los ojos buscando nuestra alma gemela, cuando el peor mal momento era un rebote imprevisto, cuando cargábamos nuestros bolsos de un par de gaseosas, un sanguche de la vieja y un pilón de buena onda para que ese día bendito, ese fabuloso 21 de setiembre empiece por la mañana y no termine más… A tal punto que aún hoy, 40 años después -como si nada- todavía lo estamos festejando.

Lo que mejor se me ocurre decir a modo de despedida y creo hablar en nombre de toda la Promo ´73, es que a los pibes de hoy les deseamos que la pasen tan bien como nosotros y que en el 2053 estén sentados en una mesa brindando por una buena vida vivida y por aquellos (y estos) fenomenales momentos.

Que Dios nos bendiga, y la vida nos sonría, un poco más… Chau.

* Oscar A. Dinova es Escritor. Colegio San Patricio / Promo ´73

 

 

 

 

 

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