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29/05/14
Cuando yo iba al colegio, al Instituto Padre Ansaldo, izábamos la bandera cada mañana a pesar del frío, el viento o el calor. Todos juntos recitábamos la oración a la bandera argentina mirando cómo, despacio, con guantes de lana en invierno, los más distinguidos alumnos del último año la subían con un ruidito a alambre de fondo. Nadie nunca pensó que las banderas iban a ser tantas unos años después. Hace ya diez años que las banderas no han hecho más que dividirnos, hay tantas que ya nadie sabe cuál es la que nos une. Recuerdo también cómo nos unían los sueños, las clases especiales en grupo, las tardes jugando al TEG, y las juntadas a tomar mate con bizcochuelo. No nos preguntábamos qué partido político nos identificaba, sólo sabíamos a qué club pertenecíamos, o a qué pileta íbamos en el verano. Estábamos unidos bajo una misma bandera, una celeste y blanca que flameaba en el centro de nuestro pecho. Hoy somos testigos de otra realidad, una donde nos encontramos divididos por banderas que sólo flamean “unidas y organizadas” entre unos pocos en un acto político. Esas banderas que nos han dejado 7 millones de argentinos que no terminaron la secundaria, cientos de muertos en manos de la corrupción y la desidia, salarios fagocitados por la inflación y cientos de horas de monólogos televisivos. Estos “trapos” no son banderas, estos “trapos” nos dividieron
¿En qué momento dejamos que un relato vacío, “revolucionario” y clientelar nos robe la unidad? No tengo las respuestas, quizás es esa necesidad argentina de creer en soluciones mágicas, o en creer que un presidente va a hacer todo lo que nosotros durante años no hicimos. No sé bien cuál sería la razón o las razones, pero sí sé que las divisiones no han forjado nunca ciudades, provincias, o naciones pujantes y exitosas. Sí sé que solamente dejando de lado “los trapos” podemos ver con claridad la bandera que nos une, la bandera de la patria celeste y blanca símbolo de la unión y de la fuerza con que nuestros padres nos dieron independencia y libertad… Las divisiones nos han llevado a tener más de una bandera, más de un intendente, más de una justicia, más y más desmembraciones. Esta semana mi amigo de la infancia “Wado” publicó una nota que me hizo reflexionar en todo esto. Y pensé en que nos unía una carrera, diálogos ricos en ideas y canciones de Luis Eduardo Aute. Mi propuesta no es muy complicada, mi propuesta es mirar para adelante como argentinos, trabajar sin esperar que nos regalen nada, incluir a quienes nos necesitan dando apoyo, no limosnas. Unirnos como lo hemos hechos tantas veces con causas que nos movilizaron en solidaridad de hermanos argentinos. No hay un modelo que dure mucho tiempo sin cambios o diálogo. Unidos como ciudadanos, respetando la opinión del otro y generando consensos podemos ser lo que soñemos ser. Siempre más.
* Josefina Iglesias Borrondo es mercedina, abogada, integrante del área de Construcción Ciudadana y Cambio Cultural de la Jefatura de Gabinete del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
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