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19/11/14
Hace tiempo que recorro la provincia de Buenos Aires, y me fui dando cuenta con el tiempo de cuál es el problema de raíz. No quiero decir con esto que soy dueña de la verdad, simplemente que en base a muchas visitas, charlas, cafés con cientos de bonaerenses, descubrí un denominador común, que lamentablemente siento que es el problema raíz que nos hace estar adonde estamos hoy. Visité localidades con todo tipo de carencias, desde agua potable, educación deficiente, comisarías que parecen próximas al derrumbe, casas enrejadas como cárceles, familias abandonadas a su suerte por sus representantes, hospitales destartalados, rutas que son una ruleta rusa. La Provincia de Buenos Aires está abandonada. No me alcanzan las palabras para describir lo que veo, y lo que escucho, porque es mucho, es demasiado. Pero siempre creí que una vez que detectamos el problema, es más simple encontrar una solución. Humildemente me atrevo a decir que el problema lo tenemos nosotros, quienes vivimos, transitamos y padecemos esta situación. Nosotros creemos que esto es lo que hay, que esta situación es la que nos tocó vivir. No nos creemos merecedores de más, ni siquiera de lo básico. El problema que tenemos de raíz es que nuestra autoestima como ciudadanos está quebrada, está desmantelada. Ya no nos quejamos porque estamos hartos de no recibir respuestas, seguimos como autómatas con nuestras vidas, como si este abandono por parte del Estado fuera parte del paisaje.
Nada nos despabila, perdimos la capacidad de asombro, y lo que es peor la capacidad de soñar y de tener esperanzas. Ese creo yo que es el mayor problema que tenemos como ciudadanos, pero como todos los problemas, tiene solución. Probablemente no sea inmediata, ni mágica, pero la solución es empezar a valorarnos, a reconstruir nuestra autoestima ciudadana. Tenemos que volver a creer en nosotros, a creernos merecedores de una ciudad limpia, de rutas seguras, de hospitales que brinden salud, de una policía que vele por nuestra seguridad y se sienta orgullosa de ello, de una justicia independiente, de representantes políticos que nos escuchen y generen consensos. Tenemos que recuperar como sea la capacidad de transformar la realidad en armonía, sin mezquindades, sin mejores o peores, tenemos que recuperar el diálogo y la opinión sincera sin miedos. Es simplemente una idea, pero que no cuesta nada intentar poner en práctica. Nelson Mandela en su discurso de asunción como presidente dijo: “Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos sin límite. Es nuestra luz, no la oscuridad lo que más nos asusta. Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, precioso, talentoso y fabuloso? En realidad, ¿quién eres tú para no serlo?” Propongo que recuperemos nuestra luz, nuestra autoestima como ciudadanos y reparemos tanto tiempo perdido en la indiferencia y la resignación. Comprometerse con nuestros derechos y deberes como ciudadanos, es un desafío que debemos lograr si queremos vivir como nos merecemos.
* Josefina Iglesias Borrondo es mercedina, abogada, integrante del área de Construcción Ciudadana y Cambio Cultural de la Jefatura de Gabinete del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
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