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La verdad, quisiera poder escribir poemas, como Tito Sanguinetti, o como algunos  amigos y amigas, como mis hijos… pero no lo sé hacer, entonces, a como salga, quiero compartir lo que significa la partida de Mecha, porque es lo que significó su vida, bien vivida, a pleno, sin esquivarle a nada.

Lo conocí en tiempos de la “gloriosa JP”, ya con Mari; su casa, mucho más pequeña que ahora, nos recibía, allí nos reuníamos, organizábamos, discutíamos… después vino todo lo que ya sabemos, la historia siguió sus rumbos, y Mecha, siempre presente, dispuesto a dar una mano, siempre, comprometido con la vida, con los mismos principios, que lo habían hecho desde muy niño, un trabajador, con claro sentido de la justicia, de la solidaridad. Y en ese ir y venir de sus tiempos construyó esa familia maravillosa, llena de amor, y ese entramado firme de amigos, de compañeros y compañeras, de compadres y comadres.

Lo recuerdo en los actos, y en las marchas, en los asaditos, en la música y el canto, haciendo las mudanzas de nuestros hijos (de todos), de La Plata a Buenos Aires, y después a Mercedes, con su divertido sentido del humor (no puedo imaginarlo serio)…

Podría contar muchas cosas, favores, acciones de bien, su presencia cuando era necesaria, sin altisonancias, sencillo, humano en el sentido más pleno, y puedo dar fé en forma personal de lo que digo… pero elijo, definitivamente, recordarlo colocando la baldosa en memoria de Curro Iriart, en el año 2007, junio creo: Mecha agachado con sus herramientas de trabajo, sobre la vereda de la calle 28 entre 25 y 27, rodeado por familiares, amigos y compañeros, emocionado, pero sonriente, trayendo en ese gesto toda la historia vivida, y todo el porvenir.

Gracias Mecha, gracias amigo, compadre, compañero, imposible que te olvidemos. La trama del amor, de lo que vos enseñaste con tu vida está presente.

Virginia Altube. 3 de febrero de 2015

 

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