En el marco de las celebraciones oficiales por el aniversario de la revolución de mayo, pasadas las 11 horas y tras el acto que se llevó adelante en la Plaza San Martín, los presentes se dirigieron a la Iglesia Catedral “Nuestra Señora de las Mercedes”, donde se llevó adelante el Solemne Te Deum oficiado por el arzobispo de la Arquidiócesis de Mercedes - Luján, monseñor Agustín Radrizzani.

En primera fila estuvieron las máximas autoridades, el intendente Juan Ignacio Ustarroz, y los diputados nacionales Eduardo “Wado” de Pedro y Carlos Selva. Tras ellos algunos funcionarios municipales y referentes de entidades de la ciudad, y además las banderas de ceremonia de los establecimientos educativos y de las fuerzas vivas también se llegaron a la ceremonia religiosa, en la que Radrizzani, concelebró junto a Federico Lagoa, párroco de Catedral, el Te Deum. Lagoa leyó el Evangelio, mientras que a Radrizzani le correspondería la reflexión de la fecha ante las autoridades.

En sus palabras, Radrizzani destacó que se estaba en presencia de una actualizada “celebración criolla”: “Desde los inicios de nuestra vida independiente las autoridades civiles solicitan a la iglesia que en las fiestas patrias oficie el Te Deum, en acción de gracias a Dios”, dijo y remarcó que así se le pedía “protección para nuestro pueblo”.

“Después de escuchar la palabra del Buen Samaritano miremos a tantos hermanos caídos a la vera del camino y escuchamos tantas voces. Es la voz del desocupado, del que se quedó sin trabajo, del que no tiene salud, de los jóvenes que no tienen acceso a la educación, de los que sufren por la droga… Es el grito del pueblo que clama a los magistrados de la justicia para que en nuestra patria se termine toda forma de corrupción, se termine con la impunidad y con la inseguridad que tanto nos aflige a todos. Pero confiados en Dios y seguros en los recursos de tantos argentinos de buena voluntad miramos nuestra historia con esperanza. Y hoy celebramos y disfrutamos lo que otros contribuyeron y nos dejaron, entregando sus vidas y quedando presentes sus obras. También nosotros queremos empeñarnos por una patria mejor”, expresó el arzobispo desde un altar decorado con banderas argentinas y arreglos florales.

“El después famoso sol del 25, que entonces tímidamente se asomaba, era entonces símbolo de un pueblo que se había encontrado a sí mismo, al enfrentarse con las principales potencias de la tierra. Como quisiera que hoy se repita aquel prodigio y que se cumpla en nosotros. Que el Señor escuche nuestra voz, que por nuestras súplicas asome triunfante el sol del 25, que alumbre nuestro cielo y convierta el prematuro crepúsculo en pleno y ardiente mediodía”

“Queremos recordar 1810, 1910 y celebrar 2016, bicentenario de nuestra Patria. Ella se gestó con ideales, con voluntad forme, la gestaron hombres y mujeres de distintas profesiones, lograron esta gesta de mayo que fue un incipiente comienzo de la conciencia patriótica. Aquel mayo de los argentinos nos congrega para dar gracias por los dones de Dios Padre, dones por los que nuestros padres supieron dura y trabajosamente vivir, luchar y morir. Estamos llamados a construir la Patria, ella se construye con el esfuerzo de todos, con los carismas que Dios ha puesto en cada uno, debemos organizarnos de tal manera para que funcione coordinadamente, y que nadie quede excluido”, agregó.

“Por el último el bicentenario no es solo mirar al pasado con actitud de simple conmemoración. Es de modo primordial adjuntar el presente y mirar el futuro. En este caso recoger las fuerzas del origen expresadas en la revolución de mayo y en el congreso de Tucumán, para a enfrentar con creatividad y entereza los múltiples desafíos del presente, que son perentorios e impostergables. Y con la fuerza propia de la utopía soñar y realizar entre todos una Argentina mejor, más humana y habitable, amante del diálogo y de los amplios consensos constructivos. Este es el espíritu con el que los argentinos debemos celebrar y adherirnos al bicentenario patrio, y por eso gozamos en esta nueva celebración de nuestra Patria: 25 de mayo”, dijo Radrizzani.

“El sol del 25 suele ser un sol pálido, furtivo, lejano, como responde al otoño, y para honrar cabalmente con su presencia esquiva aquel primer 25 de mayo que debe haber sido nublado y lluvioso. El después famoso sol del 25, que entonces tímidamente se asomaba, era entonces símbolo de un pueblo que se había encontrado a sí mismo, al enfrentarse con las principales potencias de la tierra. Como quisiera que hoy se repita aquel prodigio y que se cumpla en nosotros. Que el Señor escuche nuestra voz, que por nuestras súplicas asome triunfante el sol del 25, que alumbre nuestro cielo y convierta el prematuro crepúsculo en pleno y ardiente mediodía”, amplió el arzobispo.

“El Te Deum de las fechas patrias es confesión de fe, canto agradecido de alabanza humilde que la Iglesia presenta por el pueblo, interpretando su última esperanza. Salva a tu pueblo Señor, y bendice a su heredad, acreciéntalo y sé su guía, en este año del bicentenario y para siempre. Que María Santísima nuestra madre en su advocación de Luján, que lleva 386 años escuchándonos y acompañándonos en nuestro peregrinar en este suelo patrio, interceda a favor nuestro una vez más para que podamos hacer realidad la Patria que todos anhelamos, la Patria que soñaron nuestros mayores. Que así sea”, concluyó el arzobispo.

 

 

 

 

 

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