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21/06/16
Por Susana Spano El Réquiem Alemán Op. 45 de Brahms es una composición escrita para solistas (soprano y barítono), coro mixto y orquesta y fue compuesta por el autor entre 1861 y 1867. El texto no tiene relación con la misa latina de difuntos; no contiene una plegaria por los muertos ni una sola palabra acerca del pecado, el castigo o el Día del Juicio Final, sino que está dedicado en su totalidad a confortar a los vivos y a la expresión de elevados pensamientos sobre la vida humana y el “más allá”. En un tiempo se creyó que la ocasión directa de la composición de esta obra guardaba relación con la muerte de la madre del compositor, pero por escritos encontrados se sabe que Brahms había comenzado a escribirlo mucho antes de que este hecho ocurriera. Un amigo cuenta que Brahms llevó un gran diccionario de sinónimos a su casa, situada en un monte próximo a Zurich, a fin de encontrar la traducción exacta de los pasajes de las Escrituras. La obra comprende dos grandes partes. La primera comprende los movimientos: 1, 2 y 3, marcados por el dolor y la lamentación, mientras que la segunda (movimientos 4, 5, 6 y 7) lleva el pensamiento a la Resurrección y la Gloria celestial. La segunda parte está basada en un boceto que Brahms había concebido como tiempo de una sinfonía y constituye el trozo más antiguo de la obra. El compositor manifestó en algunos de sus escritos que la idea musical se le ocurrió estando con Schuman, durante uno de sus períodos de sufrimiento mental. La quinta parte se basa en una antigua costumbre de los entierros alemanes (Wilderruf), según la cual, una voz aguda canta junto a la sepultura, un salmo que se suponía ser el último adiós del difunto a quienes quedan con vida. Vale aclarar que los libros de himnos de la iglesia alemana, contienen gran cantidad de salmos de esta clase. Brahms fue un músico profundo, sólido y el sentido de la forma siempre primó en él. El Coro Polifónico Nacional, de la mano de su director, Hernán Sánchez Arteaga, brindó el sábado 18 de junio una extraordinaria versión de esta pieza monumental. Las voces del Coro, perfectamente equilibradas, no solo en la coloratura sino en los matices, se proyectaron por el templo como un verdadero instrumento sonoro, que transmitió el drama y la reflexión que la obra requiere. El solista, Norberto Marcos (barítono), demostró solvencia y seguridad, en los tramos más comprometidos de su intervención y Silvina Sadoly (soprano), a través de una técnica perfecta, transmitió los matices más sutiles sobrepasando, incluso, los límites de su registro. La versión pianística (que reemplaza a la orquesta) de Paula Peluso y Claudio Santoro, fue excelente. El público mercedino tuvo la oportunidad de apreciar un espectáculo de enorme jerarquía. Debemos agradecer a Pro Arte Mercedes (Centro de Egresados del Colegio Nacional) y a la Municipalizad de Mercedes por el esfuerzo realizado y esperamos, con expectativa, el nuevo encuentro.
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Mercedes - Bs As - Argentina |
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