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04/07/16
Hoy parece un buen día para hacer memoria, tal vez porque está lloviendo, porque el invierno nos lleva hacia el adentro, porque una fecha nos despierta partes adormecidas del alma; y se me viene entonces la imagen de ese 4 de julio, cerca del mediodía, cuando nos llegaba la noticia, una más en esos oscuros años de la dictadura: habían asesinado a Alfie Kelly, junto con sus compañeros sacerdotes, y dos seminaristas, en la Parroquia San Patricio de Belgrano. Ya había muchos curas encarcelados (Juan Dieuzeide en Sierra Chica), algunos desaparecidos; pocos días después asesinaban a sacerdotes en La Rioja, y justo al mes a Monseñor Angelelli. Pero, diciendo la verdad, al menos la mía, esos sacerdotes comprometidos no eran la mayoría en la Iglesia argentina, más bien todo lo contrario. No conocí a Alfie, salvo algún encuentro ocasional (por ejemplo cuando casó a mi hermana con Hugo), pero recuerdo el grupo de jóvenes que él asesoraba: VIPOAL, vivir por algo, y que funcionaba en San Patricio, acá en Mercedes. “Vivir por algo” era uno de los emergentes de una expresión de la Iglesia que quería acompañar los cambios sociales, y trabajar en ellos. También lo recuerdo como una persona central en el grupo de seminaristas palotinos, que alrededor de 1969 o 1970 partieron hacia Brasil, para iniciar su formación sacerdotal, en una línea de un apostolado mucho más comprometido con la historia. Entre esos jóvenes había tres mercedinos: Jorge Kelly, Hugo Bonafina y Bob Killmeate; los tres desde distintos lugares fueron siempre consecuentes con los ideales de justicia, y de igualdad social.
La memoria siempre es parcial o selectiva, pero creo no equivocarme si digo que Alfie Kelly fue referente para muchos jóvenes de una generación que pasaba desde la práctica religiosa a la militancia política, y que necesitaba esa mirada espiritual, simple y profunda, porque los tiempos empezaban a ser muy vertiginosos, porque no había vuelta atrás. Alfie Kelly, Pedro Duffau, Alfredo Leaden, Salvador Barbeito y Emilio Barletti fueron asesinados por el Terrorismo de Estado, que con “inhumana racionalidad” puso al Estado, con todos sus recursos, al servicio del plan de exterminio que ya conocemos bien. Pero hubo sobrevivientes, siempre los hay; Bob fue uno de esos sobrevivientes, estaba lejos, en Colombia, pero pudo haber estado ahí esa noche del 4 de julio del 76; y él le hizo honor a esa vida que se quedó, y trabajó en montones de proyectos, con su enorme capacidad para generar ideas y relacionarse desde la confianza, y la sonrisa. Yo no sé si son mártires, o testigos, o víctimas… o héroes Prefiero decir que son MEMORIA VIVA, ineludibles, semillas en el viento.
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Mercedes - Bs As - Argentina |
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