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02/09/16
Opinión: Piedrazos en el alma Ninguno debe ser indiferente o ponerse a un costado de lo que está pasando desde hace varios años en nuestra querida Mercedes. Cada uno, desde nuestro lugar, podemos sumar un grano de arena contra la violencia. Por Oscar Dinova
Si buscas venganza prepara dos tumbas (Proverbio chino) El viernes 19 de agosto murió nuestra tía Betty. La llevamos a descansar junto a sus hermanos. Volvíamos buscando la serenidad de la casa paterna para charlar en familia, para mi madre era la última de su generación que se iba, para los demás también. Pero no pudimos estar entre nosotros. Llegando al barrio de nuestra infancia un vendaval de furia y violencia juvenil se desató justo delante de nuestros ojos. De pronto la querida calle 7 de nuestra niñez, aquella que he retratado con dulces anécdotas en mis libros, se vio tapizada de cascotes y baldosas que jóvenes de colegios mercedinos se lanzaban salvajemente, procurando dañarse mutuamente. Mi barrio parecía Beirut, así de golpe. Y los David eran decenas de pares que lanzaban sus piedras sin tener enfrente a ningún Goliath, ni causas, ni ideales, ni injusticias, sólo adolescentes de la misma edad procurando otro a quién dañar, a quien herir. Una Intifada intercolegial que no lleva a ninguna parte, salvo al desastre. Porque sí. Sus proyectiles, cargados en mochilas que debían llevar libros, pudieron impactar sobre la cabeza de un anciano o un niño desprevenido que acertara a estar en el lugar equivocado. Sólo un milagro hizo que no fuera infinitamente peor de lo que fue. La policía, por doquier, completaba el escenario impensado, muchachos contra una pared como en nuestras peores épocas, sólo que esta historia se ha construido en democracia, entre jóvenes que debieran ser amigos, compartir una ciudad, una época y mil cosas agradables. Pero han determinado ser sus propios enemigos. Existen razones de todo tipo. Las existen sociales y políticas. Históricas si se quiere. No es casual que hace 25 años que tenemos presidentes y dirigentes encauzados judicialmente por diferentes causas y razones. No es el contexto ideal para sembrar valores. No lo es. Hay incumbencias institucionales; los jóvenes se agrupan en torno a la identidad de determinados colegios o clubes deportivos. Han creado una mística de la violencia que dichas instituciones rechazan y no desean en absoluto, pero que se originaron en torno a ellas y hoy ya son una realidad. Realidad que se debe revertir. Por sus historias y por el espacio social que representan. Muchas de estas instituciones han trabajado con ahínco este grave problema pero deben redoblar sus esfuerzos, convocar-nos al resto de la sociedad para colaborar en desarmar estos odios que han ganado, casi inconcebiblemente, a una parte de nuestra juventud. Por supuesto el Municipio tiene un lugar de privilegio para integrar a las partes en un diálogo, a las instituciones para trabajar codo a codo, a mediadores, a los propios jóvenes. Desde la cabeza del Estado local pueden sostenerse iniciativas comunitarias como una Marcha por la Paz por ejemplo, prevenir, hacer docencia permanente, charlas, talleres. Su rol es estratégico e irremplazable. Y finalmente hay responsabilidades individuales y familiares. Los jóvenes ya mayores de edad deben responder ante la Justicia por daños y perjuicios ocasionados a terceros. Para el resto, esta situación requiere del urgente compromiso activo de padres, hacerse cargo de sus hijos y sus acciones. Requerir ayuda a personas idóneas es un acto de humildad y autocrítica que a nadie debería avergonzar. Reunirse con otros padres, -de cualquier institución- es mostrar a nuestros hijos que son nuestros vecinos, no soldados de otro ejército. Nadie puede sólo en definitiva. Ninguno debe ser indiferente o ponerse a un costado de lo que está pasando desde hace varios años en nuestra querida Mercedes. Cada uno, desde nuestro lugar, podemos sumar un grano de arena, indispensable para re-construir la paz tan necesaria a nuestras vidas. De lo contrario un día tocarán a nuestra puerta trayéndonos la peor noticia. Las piedras no sólo golpearán nuestras almas sino a nuestros seres queridos o a cualquier ser. Que es lo mismo. Nunca es una la víctima. Pero ya será tarde.
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Mercedes - Bs As - Argentina |
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