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29/04/17
Por Cristian Falabella Concurrir a la guardia del Hospital Zonal de Agudos “Blas L. Dubarry” puede deparar más que una decepción para quienes tengan que atravesar ese momento. En los últimos días muchos han señalado la decadencia en que ha entrado este centro de salud público en su atención más elemental, y un pantallazo de esto puede verse al llegarse hasta la guardia y entrar por la puerta de la calle 35 casi esquina 12 en horario nocturno. Mucho se ha hablado para bien y para mal del Hospital Dubarry en estos tiempos. Pero poco se avanza y parece difícil salir del pantano en que se encuentra. La desorganización es uno de los ejes fundamentales que puede cuestionarse y esta es muy evidente. Más allá de la constante y deficiente limpieza del lugar, ahora resulta que en la guardia ni siquiera hay alguien que atienda y pueda detectar de manera temprana cuál es la razón por la que cada paciente se acerca a ser atendido. En el pasillo hay personas que esperan con la cabeza gacha, quizás cansados, y no hay ninguna señalética coherente para saber adonde dirigirse cuando uno llega para ser atendido. Entonces uno pregunta y los propios que esperan señalan con gesto cansino un ventanuco plástico. “Allí”. ¿Allí? Bueno. Parece que es ahí, sí. Un papel impreso borroneado pegado en la pared parece indicar un poco algo ilegible el camino, mucho más amable que los clásicos y más que acostumbrados “no golpee” que se suelen verse en las puertas de enfermería o guardia médica. Entonces uno golpea en la ventana que es un plástico flojo y al empujarlo un poco con los nudillos deja ver que del otro lado no hay nadie. ¿Se puede aguardar ser atendido en estas condiciones? Cuando no hay otras posibilidades como subirse a un auto e irse de la ciudad, este parece ser el único y tedioso plan de acción.
A este panorama de la guardia “fantasma” hay que sumarle otros problemas que se arrastran en la atención del centro de salud público, pero la falta de un sistema de triaje, que serviría para derivar de acuerdo a la gravedad y coordinar con el médico de acuerdo a la patología de cada paciente, es más que notoria. Es triste que ni siquiera alguien de la cara. Nadie pretende que este centro de salud se asemeje al Hospital Italiano, al Británico, al de Niños Ricardo Gutiérrez o a otro similar, pero al menos sí que se piense en un concepto básico como es el sistema de “triaje” (del francés triage = clasificación) o “protocolo de intervención”, que viene a ser un método de selección y clasificación de pacientes por el que se evalúan las prioridades de atención, de acuerdo a las necesidades terapéuticas y los recursos disponibles. La idea es –al contrario de lo que pasa en el Dubarry– evitar que se retrase la atención del paciente, lo que podría empeorar su pronóstico debido a la demora. Lo que se evalúa en estos casos, y con la organización necesaria y los recursos disponibles, es el riesgo inmediato y las posibles complicaciones derivadas de la espera. Si no se pude atender bien a una persona un jueves a las 20 horas, ¿que podría pasar por la madrugada o en el caso de una demanda masiva, con la necesidad de atención de múltiples víctimas o un desastre, como un derrumbe de un edificio, en este panorama? Las respuestas deben darse desde los ámbitos competentes. Esta nota no busca más que reavivar una discusión que viene de laga data en Mercedes, ciudad de cerca de 70 mil habitantes que incluso centraliza la atención de toda una zona sanitaria y que en el caso de este centro asistencial público deja mucho que desear. Sabido es que el municipio colabora y mucho económicamente desde esta gestión con la cobertura de gastos esenciales para cubrir por ejemplo la guardia pediátrica, pero el funcionamiento en sí del Hospital es de incumbencia provincial. Será cuestión de, entre todos los que necesitamos de la salud pública, exigir que se mejore. Que no tengamos –como se dijo desde el mismo Ejecutivo nacional sin vergüenza sobre la educación pública– que “caer” en el sistema de salud público. Eso es una cuestión de suerte, oportunidades o privilegios. Pero es más que importante que no esté en el subsuelo un derecho elemental como el de la salud. Eso es responsabilidad del Estado, porque así como están las cosas la profanación de la Constitución Nacional es lo único cierto.
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Mercedes - Bs As - Argentina |
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