La licenciada en Trabajo Social, Celeste Burone, fue parte del cierre de las jornadas “Qué hay en tu cabeza” como integrante del Patronato de Liberados de Mercedes. El cierre fue en Suipacha, en la confitería La Ideal, frente a la plaza principal y en la misma terminal de ómnibus de la localidad. Uno de los escritos presentados por la Oficina de Pre Egreso recibió una mención especial en el Concurso de Arte Imaginarios en Salud Mental.

Fue el pasado viernes 2 de junio, en el cierre de un trayecto del CPA Suipacha llamado “Qué hay en tu cabeza”, con un concurso que se abrió en relación con el tema salud mental. “Decidimos participar con el Patronato de Liberados, en la oficina de Pre Egreso”, dijo la agente Burone y remarcó: “Trabajamos todo el tiempo en contextos de encierro y con una temática sostenida en salud mental. Desde la oficina participé en fotografía digital y en cuento, y este recibió una mención especial. Se llamó ‘La sonrisa de Lupe’ y obtuvo una mención especial”.

Lo cierto es que se trató de la primera vez que la institución participa de un concurso que tiene que ver con una mirada que se tiene a nivel provincial sobre la posibilidad de estar presente en distintos ámbitos e interrelacionarse con otras instituciones. “Fue una muy buena experiencia”, según Burone.

Los trabajos seleccionados fueron expuestos en la fecha de su presentación y ahora están recorriendo algunas instituciones de la vecina ciudad de Suipacha, en forma de exposición itinerante.

La sonrisa de Lupe

Pidió cambio y se sentó en el banco de suplentes.
El color de su cara denotaba “agite”, sus piernas necesitaban apoyarse en algún pedazo de madera que hiciera las veces de un banco.
Tomó agua, de esa, sí, de esa que sale de la canilla rota que está justo al costado de la cancha.
El piso de tierra, las zapatillas sin suela, el sol de un todavía verano no ayudaron.
Sus compañeras le pidieron que siguiera, era buena en la delantera del equipo de fútbol del Anexo.
El profesor de educación física le preguntó si estaba bien.
Dijo poco. Desde que le descubrieron la enfermedad dice poco.
Le echó la culpa al tabaco y cedió su lugar a otra compañera, porque eso sí, los códigos son los códigos.
Después vino el final del partido, la merienda compartida, la vuelta a la celda.
¿Tenés para mucho más? Le preguntó en confianza una visitante.
Tengo para un par de años más, dijo y mostró su sonrisa cansada.
Al dejar la cancha traté de descifrar de qué condena hablaba Lupe, si de la jurídica, de la social, de la sanitaria, de la familiar.
Me contaron que durante la semana Lupe intentó fumar menos, moverse más, alimentarse con cierta rutina. Que miró sus piernas, sus manos, sus brazos, su historia.
Que volvió a mostrar su sonrisa tan joven.
 

 

 

 

 

 

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