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30/07/17
Si hay algo que me caracteriza es reconocer cada una de mis equivocaciones, pero jamás voy a ir en contra de lo que pienso. Exponerse públicamente ante aquellos que no me conocen tiene un lado positivo y otro no tanto. Obviamente, todo aquello que puedan opinar de una es contructivo siempre y cuando esa opinión no esté sesgada por el fanatismo. Por eso, es para mí importante aclarar lo que creo del fanatismo: fanático. Fan. Fana. Hay quienes se visten orgullosamente con cualquiera de estos apelativos y muestran su pasión por algo o por alguien como si se tratara de un logro o de un mérito. Lanzados a ser fanáticos abundan las causas. Pueden ir desde un club de fútbol hasta un grupo musical. Y, lo peor, abundan los fanáticos políticos que dejan a su paso intolerancia, destrucción y dolor. Invitar al fanatismo es instigar al abandono del pensamiento crítico y de la capacidad de reflexionar, dones que diferencian al humano de otras especies y le permiten acceder a la libertad verdadera. Nadie es dueño de la verdad, esta no es más que la visión que podamos tener dependiendo de nuestras vivencias, pero no se puede dejar a un costado en las discusiones políticas la historia de nuestro país. El relato acomodado a los intereses de un sector en particular ha reemplazado demasiado el indispensable análisis crítico y es ahí donde nos encontramos en la presencia de aquello a lo que llamo fanatismo, restringiendo o anulando toda posibilidad de hallar caminos de encuentro que permitan establecer políticas en beneficio del conjunto y no sólo de una de sus partes. Como trabajadora, defiendo incansablemente los derechos de aquellos que menos tienen; pero esa lucha me ha hecho comprender que no es con fanatismo sino con una mirada puesta en el conjunto y una actitud abierta al diálogo que muchas veces se puede encontrar solución a los conflictos. Estoy convencida de que nuestro país saldrá adelante apoyándose en el desarrollo de la educación a todo nivel y en la reconstrucción de la cultura del trabajo. Pero estoy dispuesta a discutir esta posición aún con aquellos que han contribuido, por acción u omisión, a degradar nuestra educación y a sostener un sistema asistencialista que alejó a generaciones enteras de la posibilidad de dignificarse a través del trabajo. Lo mío no es fanatismo, es convicción y compromiso.
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Mercedes - Bs As - Argentina |
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