El sol incipiente que entra por el ventanal de dimensiones extravagantes ilumina todo el taller. No queda ni un solo rincón a oscuras. Es un espacio cuidadosamente desordenado. Todo lo que a ahí llega, está por algo: hay cuadros, pinceles, libros y almohadones. Hay apuntes y también hay arte. Siempre la hubo. Es que, antaño, fue el atelier de uno de los artistas más respetados del pueblo: Octimio Landi.
Allí trabaja, con minucioso perfeccionismo, Claudio Pietrzykowski. Kajtek, como lo llamaba su abuelo. Está preparando su próxima muestra titulada “El Vecino”, una serie de fotografías que retrata personas que dicen algo con sus ojos. Porque es allí donde está el mensaje, en los ojos.
Nos invita a pasar y nos señala la parte más cómoda de un sillón.
Hace muchos años que Claudio tomó su primera fotografía. Lo hizo con la Minolta de su padre en alguna plaza arbolada de Palermo. Una toma que él mismo imprimió en el propio laboratorio doméstico que su padre había armado en la esquina de Charcas y Aráoz. Tal vez haya sido esa primera experiencia lo que lo acercó a su profesión de ingeniero industrial. El manejo de los químicos, la luz roja, una técnica sin margen de error. Tal vez haya sido eso. No se sabe. No lo sabe. Luego se casó y escapó del asfalto capitalino para encontrar en Mercedes un lugar apacible, digno de ser disfrutado y al cual se acomodó con rapidez.
Como fotógrafo, Pietrzykowski fue testigo del franco paso entre lo analógico y lo digital. Y fue, también, de los que necesitó adueñarse del nuevo mundo para seguir haciendo arte. Un avance que en pocos años fue mutando a gran velocidad y al que no todos pudieron adaptarse. Su objetivo siempre rondó sobre el deseo de hacer lo que él buscaba y no lo que la cámara pudiera hacer por él.
Cuenta con pasión su experiencia, su incansable trabajo en el descubrimiento de un estilo. Cuenta cómo convive con esa inquietud permanente de querer sacar fotos. Porque todo lo que mira, lo encuadra. Para él, en cada paso hay una imagen y en cada imagen, una historia.
Kajtek encuentra la foto mucho tiempo después de haberla tomado. Inspecciona en su interior lo que ve y va a potenciar eso que descubre. Atrás quedaron los paisajes de perspectivas y componentes socialmente aceptados. El crecimiento como inmortalizador de hechos lo llevó a querer transmitir a través de la fotografía urbana. Street Photography. De eso se trata. De lo que aporta la condición humana en los espacios públicos. La capacidad de captar el momento justo ante la persona indicada. La mágica acción de poder lograr lo que se busca, un poco por mérito propio y otro por el condimento sutil de lo milagroso. Y cuando eso ocurre, sale lo que Kajtek viene a mostrarnos. No lo que saqué, sino lo que encontré, dice.
Se acerca con una de sus obras y nos cuenta los entretelones. Pertenece a la serie “Inmóvil”, una experiencia anterior inaugurada en el Colegio de Arquitectos, en la que trabajó con imágenes de personas sumergidas en el mundo posmoderno de los celulares, circunscripto al ego de quien lo observa a través de una pantalla Led, más allá de lo que realmente pueda suceder.
Pero ahora, es el momento de abrirse paso sólo y lo sabe. “El Vecino”, la muestra que el próximo 14 de septiembre a las 20.30 inaugurará en el foyer del ex teatro Argentino es una selección de obras que suceden a las muestras colectivas de las que participó anteriormente en distintos reductos. Y la propuesta ya se puso en marcha. Por eso ahí está, contando su historia mientras hermana dos trozos de madera en ángulo perfecto. Está enmarcando su creación. Está dándole la caricia final a su trabajo artístico.
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