“Soy grande, me jubilé de maestra y fui varias veces abuela. Intento jugar con las palabras. Quisiera ser con ellas malabarista. Elegirlas, lanzarlas, volverlas a recoger después de que han hecho su recorrido. Me gusta que se unan, que se busquen, que entren dentro mío y se den el permiso de sacar lo que está tan celosamente guardado”, dice sobre sí misma, autodefiniéndose, María del Carmen Gioscio.
En este, su espacio semanal en NOTICIASMERCEDINAS.COM, comparte con los lectores algunas impresiones en tono literario, para despertar otro tipo de sentimientos que los que generan las noticias de lo que sucede en el plano periodístico.
En este domingo especial, Carmen hace un nuevo aporte.
Retrato
No es redondeada ni lisa. Sin embargo se había aposentado en el estante de la biblioteca la piedra que tal vez yo traje o alguien me habría regalado.
El que no recuerde las circunstancias por las que llegó a mi casa habla de la nimiedad de su ingreso, de lo minúsculo de su estar en mi existencia.
Sin embargo, por una situación circunstancial, cobra relevancia y se me aparece sin yo desearlo tan a menudo que comienzo a recorrerla mientras la pienso. Reconozco sus muchas aristas y su infinidad de pequeños pozos que, o esperan albergar algo o muestran sus cicatrices. Sobrevivientes del acoso de lo adverso, muestras de vulnerabilidad de lo que debería ser imbatible, testimonio de derrotas.
Es oscura y no llama a ser tocada, más bien espanta. Pero ese caos de inestabilidad puede posicionarse en un milagro de equilibrio.
Desafía, cuestiona, desmadeja, obliga a reconsiderar, a mirar más fino, más adentro. ¡Ay!, cómo se me parece.
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