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24/09/17
“Soy grande, me jubilé de maestra y fui varias veces abuela. Intento jugar con las palabras. Quisiera ser con ellas malabarista. Elegirlas, lanzarlas, volverlas a recoger después de que han hecho su recorrido. Me gusta que se unan, que se busquen, que entren dentro mío y se den el permiso de sacar lo que está tan celosamente guardado”, dice sobre sí misma, autodefiniéndose, María del Carmen Gioscio. En este, su espacio semanal en NOTICIASMERCEDINAS.COM, comparte con los lectores algunas impresiones en tono literario, para despertar otro tipo de sentimientos que el que generan las noticias de lo que sucede en el plano periodístico. Un nuevo aporte de Carmen Gioscio para disfrutar. Aparceros No era de ellos la tierra, y apenas la habitaban, pero le parecían tan hermosos esos amaneceres cuando todo el oro del mundo se concentraba en ese disco que aparecía sin permiso todas las mañanas y subía seguro, dueño y señor de todo lo que iluminaba. Y aparecían los colores: tonos de verde y marrones y algunos blancos. Entonces el ganado se movía y ella sobre el caballo haciendo el rodeo. No eran de ellos los animales sólo los cuidaban pero les había puesto nombres y eso sí le pertenecía porque sólo ella los nombraba. No era de ellos la estancia pero tenía un nombre tan dulce y un patio sombreado al que le pasaban cerquita cada vez que iban al pueblo a caballo. No eran de ellos los caballos pero montándolos imaginaban ser dueños de la tierra, de la casa, de los ganados y del aire que les golpeaba la cara... y se lo susurraba.
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