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28/09/17
Mientras en la ciudad se discuten algunos temas que tienen que ver con la coyuntura municipal, el mundo se debate inexorablemente en cuestiones que se relacionan con su futuro y que afectan a todos. En este sentido, un naturalista argentino recorre varios países dando conferencias sobre la problemática del hombre y las catástrofes, y que a fin de año podría realizar en Mercedes, su pueblo natal, por primera vez. Se trata de “La Tierra, un planeta en soledad”, conferencia magistral en la que el doctor Miguel Palma expone su visión basada en hechos científicos sobre el futuro inmediato de la humanidad y el planeta que la alberga. Miguel Palma es doctor en Ciencias Naturales, ex catedrático de la UNLP y ex Director de Proyectos de Investigación del CONICET. Actualmente se desempeña como Consultor Internacional en la temática de Gestión de Riesgos Naturales. Anda por estos días en Paraguay, Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia, y va rumbo a Europa a exponer sus ideas basadas en el conocimiento adquirido y la experiencia acumulada. Desde algún teclado y de gira por Latinoamérica –territorio que aduce tiene excelentes perspectivas a futuro, por sus recursos naturales– el reconocido científico atendió la requisitoria de este medio, para dar a conocer sus perspectivas sobre lo que acontece en el mundo tras el sismo de México y los huracanes devastadores de Centroamérica. Palma gira por el mundo y es cada vez más requerido como conferencista, tratando de generar a través de las charlas que ofrece “una filosofía implícita para crear una cultura de prevención en las sociedades para afrontar los fenómenos anormales que se van a desarrollar durante este siglo XXI, lo que es consecuencia de la afectación que el hombre realiza sobre todos los sistemas terrestres, especialmente sobre la atmósfera y que están acelerando todos los procesos naturales, incluso modificando la intensidad y magnitud de los mismos, razón por la cual ahora en todos los centros de investigación se habla de mega terremotos, mega volcanes, mega tsunamis, todo mega”, tal cual define.
Palma es un experimentado hombre de ciencias, que se basa en evidencias históricas y geológicas (no solo en estadísticas) para evaluar comportamientos mediatos, inmediatos y futuros en el mundo que habitamos, a partir del conocimiento más remoto de la evolución de nuestro planeta. “El registro de datos que tenemos los seres humanos abarca unos 150 años” (N. de la R: datos históricos, y donde la población era menor y el impacto sobre los ecosistemas terrestres era imperceptible), por lo tanto afirma que proyectando hacia el futuro esos datos “los resultados no presentan un escenario real, ya que hay que prever y considerar un aumento en las características destructivas de cada fenómeno natural, dado que la armonía entre los sistemas terrestres se ha roto”. La acción del hombre sobre los ecosistemas “Me interesé por la temática porque en la década del 80 participé en la exploración de los planetas del sistema solar en la NASA. Y los resultados de ese trabajo marcaron que los planetas más alejados del sol son gaseosos, no tienen corteza ni núcleo sólido, y los más pequeños que están cerca del sol, fundamentalmente Marte y Mercurio (inclusive la Luna), han perdido su atmósfera y por lo tanto no han podido retener el calor producto del balance entre la energía proveniente del sol y la temperatura interna del planeta. No tienen agua ni oxígeno, se han fosilizado en su evolución y están muertos, ya no tienen capacidad de producir cambios”, sostiene, convencido de que no hay otro lugar en el espacio a donde ir para el hombre, algo que estuvieron investigando y fue descartado, por lo que empezaron a mirar hacia el único lugar en que la humanidad podría desarrollarse: su propio planeta. “Hoy en día hablamos del efecto invernadero y del cambio climático, y todo está relacionado con la atmósfera, esa fina capa gaseosa que rodea a la tierra y que nos protege de los embates de las amenazas cósmicas. Y nosotros estamos interviniendo y afectando esta capa protectora que garantiza la vida”, alerta.
Procesos naturales que se agudizan
Y sobre los terremotos, aclara que el mayor problema está en las ciudades no preparadas para resistirlos: “Los terremotos no matan, es el edificio que se te cae en la cabeza el que lo hace. Tengo la experiencia de haber sufrido terremotos en medio del campo y lo que hacía era tirarme sobre la tierra hasta que pase el temblor. Cuando se producen estos eventos, lo que se pierde es la noción de la verticalidad, se modifica el centro de gravedad, por eso es tan peligroso un sismo, no se puede escapar, hay que quedarse donde uno está porque se pierde el centro gravitatorio de las personas. Hay que tener en cuenta que los sistemas en la tierra son dinámicos (atmósfera, geósfera, hidrósfera), y la biosfera (donde se ubica al hombre) no lo es porque produce ciudades de cemento, rígidas, estáticas, de alta vulnerabilidad porque no se encuentran en sincronía con el resto de los sistemas. Entonces se hace necesario cambiar los ‘dogmas de desarrollo’, creando un nuevo tipo de cultura de prevención, hay que generar políticas de adaptación al conflicto climático. Por ejemplo, y a raíz del aumento de la temperatura del planeta que va a legar a los 4°C hacia la mitad del milenio, ya no se puede estimular el desarrollo urbano en zonas costeras, y en planicies de inundación como las que existen en la provincia de Buenos Aires”. “Es importante considerar que en estas épocas se habla mucho de vulnerabilidad y a esta se la relaciona con la pobreza, lo que yo considero un concepto erróneo y me indigna, porque Nueva York, Miami o Londres, son ciudades que están a nivel del mar, al igual que Buenos Aires, y son mucho más vulnerables ante el cambio climático que comunidades o pueblos existentes en Latinoamérica, que cuentan con una gran precepción de lo que está pasando con la modificación del clima y han adoptado políticas de adaptación exitosas. Cuando continúe el aumento de la temperatura del planeta por el efecto invernadero (para 2020 más de 2°C), los niveles oceánicos aumentarán. Esto es irreversible, porque está previsto que para el 2050 la temperatura del planeta esté arriba de 4°C, y ese es un punto de no retorno para la humanidad. Se estima que con ese aumento de temperatura la capacidad de supervivencia de los seres humanos oscilará alrededor de 1.000.000.000 de personas, por lo que un gran porcentaje de habitantes de la especie humana van a desaparecer, y solo unos pocos tendrían posibilidad de sobrevivir si están preparados”, agrega. Según el entrevistado, en sus charlas nadie hace preguntas cuando escucha esto, y todos se quedan asombrados. “Yo hablo desde el punto de vista de la ciencia aplicada al conocimiento popular de la gente. Trato de interesar y comprometer a las personas, especialmente a las nuevas generaciones que son quienes van a heredar un mundo al borde del colapso”, sostiene. Pero hay cosas que a él mismo lo asombran: “Hace unos días estaba hablando con dos ex alumnos que realizaban un operativo de simulacro de evacuación en México, diez minutos antes de que se produzca el sismo. Estaban bastante preocupadas por la escasa o nula participación de la ciudadanía en ese evento programado, cuando la comunicación se interrumpió y causalmente se dio el terremoto mientras estábamos hablando. Me mandaban fotos donde se observaba que nadie había participado, e inmediatamente me llegaron las fotos del terremoto, y tuve que verificar esto porque no lo podía creer, pensé que era una confusión con fotos del año 85 pero era en tiempo real”, cuenta. En cuanto a los grandes sismos, explica que cada vez los periodos de retorno son más pequeños y están calculados: “No sabemos el momento en que se va a producir, pero sí sabemos los lugares y la ciclicidad. En el borde pacífico de Sudamérica cada 18 a 20 años se produce un sismo de características catastróficas”, aduce. Las perspectivas Y sobre el método que utiliza para trabajar y entender lo que va a pasar en lo inmediato, explica: “Evalúo lo que ocurre en función de lo que sucedió desde que se formó el planeta, y en función de los georriesgos, que hasta antes de la aparición de la humanidad eran solamente eventos de evolución de la naturaleza, no de datos históricos climáticos, porque llevan implícito un error de data, ya que no contemplan la real magnitud de los eventos que pueden suceder, especialmente a causa del hombre que ha invadido todos los ecosistemas terrestres. Por ejemplo, hay situaciones imperceptibles y que sirven como indicadores del cataclismo al cual vamos. Si analizamos la desaparición de vertebrados, lo normal era que hubiesen desaparecido 9 especies (desde al año 1900 a la actualidad). La realidad indica que hemos perdido 468 especies entre mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces. Esta cifra es normal para períodos de 800 a 10.000 años, por lo tanto estamos en una “taxa de desaparición” cien veces superior a la normal, equivalente a la taxa que existió cuando desaparecieron los dinosaurios a fines del cretácico. En los arrecifes coralíferos hay un 40 por ciento de especies que han desparecido en los últimos veinte años”. Esto es, a su entender, el apocalipsis tan anunciado.
Durante la entrevista, el doctor Palma cuestiona que muchos políticos e improvisados en el tema sostienen que el principal problema es la superpoblación mundial, cosa que no es tan así, y lo demuestra: “Somos 7.000 millones y vamos a ser en el año 2050 unos 9.000 millones, con exigencia de recursos. Si discriminamos de la superficie del planeta los terrenos no aptos para cultivar o vivir, tenemos que hay 44 millones de kilómetros cuadrados útiles, si a eso lo dividimos por 7.000 millones de habitantes que hay en la tierra, le corresponde 0,006 km2 a cada uno de nosotros, o sea media hectárea (media manzana). O sea que cada uno de nosotros cuando nace tiene el derecho de poseer media manzana. Tenemos un derecho natural a usufructuar de ese espacio, con lo cual estaríamos en equilibrio, pero no podemos reclamarle esto a nadie. No es un problema de superpoblación, sino de distribución. Y es evidente que los países hiperconsumistas ejercen un a presión sobre el planeta mucho mayor que aquellos habitantes de un país de Suramérica. Las ciudades con necesidades de consumo extremo tienen una problemática muy importante para su desarrollo durante este Siglo XXI, y son altamente vulnerables a todos los procesos adversos que se van a generar de ahora en más”. Esperanza sudamericana Por último, el entrevistado quiere dejar muy en claro lo siguiente: “En este siglo, nuestro planeta enfrenta uno de los cambios más grandes a nivel científico, ambiental, y económico en toda la historia de la humanidad. Por eso, todo lo que hagamos en esta generación con nuestro planeta establecerá el mundo en el cual viviremos en las próximas décadas y siglos… no hay vuelta atrás”.
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Mercedes - Bs As - Argentina |
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