“Soy grande, me jubilé de maestra y fui varias veces abuela. Intento jugar con las palabras. Quisiera ser con ellas malabarista. Elegirlas, lanzarlas, volverlas a recoger después de que han hecho su recorrido. Me gusta que se unan, que se busquen, que entren dentro mío y se den el permiso de sacar lo que está tan celosamente guardado”, dice sobre sí misma, autodefiniéndose, María del Carmen Gioscio.
En este, su espacio semanal en NOTICIASMERCEDINAS.COM, comparte con los lectores algunas impresiones en tono literario, para despertar otro tipo de sentimientos que el que generan las noticias de lo que sucede en el plano periodístico.
En este domingo especial, Carmen hace un nuevo aporte.
Sólo para aptos
Fue hace muchos años. A él lo conocí porque formábamos parte de una asociación de estudiantes secundarios y en ella representaba a la Escuela Industrial. Era un año mayor que yo porque se recibían con el 6to Año, uno más que nosotras. Por eso y porque ya hacían pasantías en fábricas siempre me parecían mucho más grandes.
El en especial más rudo, más lejos de mis intereses. No sé dónde era la fiesta lo cierto es que me sacó a bailar. Entonces lo hacíamos entrelazados y hablábamos. De qué no me acuerdo pero sí de lo que surgió siguiendo la orden de esas melodías que salían de discos de pasta de un combinado.
Ese hombre bailando resultó ser casi un ángel. Lo que nos pasaba juntos, música y abrazo era imposible de explicar.
La suavidad imperaba y su conducción era una propuesta, una delicada invitación aceptada por mí con tanta mansedumbre.
Fue hace muchos años y tengo el recuerdo bien fresquito, nunca volvió a pasarme. Me dijo que apenas egresara se iba a trabajar a Italia con unos tíos.
La maravilla duró lo necesario y hoy que alguien me dijo "te mando un abrazo" pienso en todas las posibilidades que se pueden dar en el contacto cuerpo a cuerpo, que tan livianamente se enuncia. Lo que puede salir de adentro de cada uno en ese acto y qué portento de construcción se puede hacer entre dos.
Soy afortunada de haberlo vivido y de que hoy, todavía, ese recuerdo me siga acompañando.
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