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12/11/17
Carmen Gioscio y su espacio literario de los domingos ya es una costumbre para los lectores de este medio. La ciudadana ilustre, escritora, activista ambiental y múltiple abuela se despacha con un nuevo texto de su creación para deleite de quienes la esperan semanalmente. Su aporte en esta oportunidad se llama “Mendigo”, y es el siguiente: Que le regalaran el tiempo que no quisieran o les sobre. Eso pedía. Y llevaba abrazado un botellón grande, panzudo, de cerámica. Los mensajes que le dejaban en su sombrero al finalizar el día los doblaba para que entraran en la vasija y se iba satisfecho. Dejaba monedas y billetes si los había y corrían los limpiavidrios para apropiárselos. Yo podía mirarlo cuanto quisiera desde mi ventana de manera que tenía registro de su puntual llegada a la plaza a media mañana y de su retiro al final de la tarde. Además me llegaba la música que salía de su armónica y que no competía con bocinazos ni frenadas; salía nomás como aliento, como respiración de un ente más grande que a todo lo abarca desafiando al viento y a la lluvia. Si le caían hojas se le quedaban a él pegadas a la capucha, la adornaban. Muy seguido la maestra del Jardín salía con los chiquitos que se le sentaban alrededor con las manos extendidas un buen rato. A esa edad fácilmente el tiempo se regala. No puedo hablarle, no me sale, pero le escribo que yo también quisiera más tiempo para leer todo lo que no alcanzo, para oír todo lo que se ha compuesto. Para mirar todos los paisajes. Para decir todas las palabras, para cazarlas e hilvanarlas de modo que sigan sonando, pese a mí, cuando me vaya.
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Mercedes - Bs As - Argentina |
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