Buena parte de la comunidad lujanense, que expresó su preocupación en las últimas dos semanas, respiró aliviada anoche al conocerse la noticia de la aparición sana y salva de la niña Lucía Haach, de 13 años, desaparecida desde el jueves 1º de febrero.

Lucía fue encontrada en el porteño barrio de Once, en custodia de una familia de origen peruano, quienes al parecer desconocían la intensa búsqueda que se realizaba a 60 kilómetros de allí, que movilizó a la sociedad, a fuerzas policiales, y a medios de comunicación locales y nacionales.

Cinco  días antes de la aparición el caso había sido tomado por la Justicia Federal de Mercedes, ante la falta de pistas ciertas sobre el paradero de la menor, pese al despliegue de policías, perros especializados y un helicóptero en la zona.

En la tarde del lunes, una marcha encabezada por Laura, la mamá de Lucía, exigió la resolución del caso ante la Comisaría Luján Primera y mereció la cobertura de los principales canales de noticias. También trascendió ese día que el papá, Sergio, había recibido una llamada de su hija.

 Con la certeza de que la niña se encuentra en buen estado de salud, afloraron las dudas que todavía rodean a la desaparición de la chica: ¿Por qué tomó la decisión de dejar su casa? ¿Hubo otras personas implicadas? ¿Qué hizo y dónde estuvo durante esos doce días?

Tampoco se sabe aún cuál será la decisión judicial respecto del futuro inmediato de la niña, quien pasó la noche en un hogar de contención. Su padre, con quien convivía, tiene la tutela, mas durante la búsqueda se hicieron visibles las diferencias con la mamá respecto del curso de la investigación y la responsabilidad del Estado en el caso.

 

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