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13/03/18
Por Susana Spano Había una vez un grupo de amigos que tuvo un sueño: crear un lugar donde habitara el arte en todas sus manifestaciones, un espacio donde, aquel que deseara expresarse pudiera hacerlo en libertad. Andrea, Marilina y Pablo (1) –esos eran sus nombres– deseaban compartir sus conocimientos. Ellas hacían música; él incursionaba en las artes plásticas. Encontraron una casa en la calle 36, entre 25 y 27. Era espaciosa y se adaptaba a lo que buscaban. En el patio había un limonero de cuatro estaciones, un árbol mágico que, según explicaban los griegos y romanos, atrae la buena suerte, elimina los malos augurios y la negatividad. Fue cierta la predicción porque en ese espacio solo habría buena energía, confraternidad y unión de voluntades para llevar adelante un sueño que, a lo largo del tiempo, terminó siendo realidad. Había que darle un nombre a la casa y al proyecto; por eso decidieron bautizarlo con el de “El Limonero” Con el correr del tiempo Marilina y Andrea tomaron otros rumbos; una se fue a vivir al sur y la otra al norte. Solo Pablo siguió al frente del movimiento, continuó dando clases y extendió la tarea hacia otras ramas del arte, que no tenían dónde expresarse en la ciudad y brindando un espacio a todos los artistas mercedinos que quisieron sumarse al proyecto inicial. Por aquel “Limonero” pasaron bandas de rock, fotógrafos, actores y actrices, bailarines de tango, clown, músicos en general; proyecciones de películas, exposición de fotografías, charlas, peñas folklóricas, funciones de teatro… El tiempo transcurrió y un día Pablo pensó en mudarse a una casa más amplia. Encontró una hermosa casona en la calle 21, entre 14 y 16 y allí se instaló pero, había algo de la antigua casa que no podía dejar: “El Limonero”, el que había dado nombre y vida a tantas experiencias maravillosas. De la planta original hizo un “acodo”(2), lo plantó en el jardín de la calle 21 y, contra todas las predicciones negativas, el árbol, hijo del que quedaba en la calle 36, floreció, haciendo honor a la tradición. A partir de entonces, las propuestas crecieron, año tras año. Los artistas mercedinos e invitados de otras localidades argentinas, así como internacionales presentaron sus expresiones en el centro cultural. Toto esto complementado por una importante y continua labor docente de diversas disciplinas artísticas, que hacen de “El Limonero” un centro de irradiación artístico insustituible. El 10 de marzo, se cumplieron 18 años de aquel sueño que hoy se ha convertido en una hermosa realidad. Pablo Russo convocó, con éxito, a muchísimos artistas locales y nacionales. Dejó, incluso, abierta la posibilidad para que todo aquel que lo deseara se inscribiera para participar del festejo. El sábado, desde las 18.00, la calle 21 entre 14 y 16, quedó cortada y en el centro se montó un escenario por el que desfilaron muchos artistas mercedinos. Cuando la noche caía, era difícil estacionar en las inmediaciones porque todos se habían acercado a felicitar y acompañar a este hacedor de la cultura local. Los vecinos sentados fuera de sus casas acompañando, el sonido transportando por el espacio las voces de los artistas, las salas de la casa, vacías de muebles pero repletas de pinturas y grabados en sus paredes, exhibiendo el trabajo de alumnos, de todas las edades: niños, jóvenes, adultos, experimentados, noveles, artistas de renombre, todos absolutamente todos los que tienen algo para decir a través de su arte, homenajeaton a este “Limonero” que alcanzó su mayoría de edad. Sería excesivo enumerar la extensa lista de artistas que pasaron, solo daremos algunos nombres: Música: Ernesto Rodríguez, Ignacio Delganes, Cristián Lamónica, Mariel Solari, Marilina Erramuspe, Juan Martín López, Tato Deluca, Rodrigo Acttis, Ángel Rutigliano, Gustavo Villalba, Walter Perruolo, Federico Lifschitz, Juan Lombardo, Fabio Valci, Laura Ortiz Cayre, Alejo Medrano, Julia Kosicki, Evelina Aveni, Juan López Courtade, Carlos Laregina, Roberto Bocacci, Genaro Cobuccio, Damián Tessore, Virginia Altube, Nicolás Pavone, Cacho Guallianoni, Tali Marenco, y Norma Mansilla. Danza: Franco Rodríguez, Ignacio Di Aspro, Lucía Martínez, Pablo Cardón y Magdalena Caracoche. Teatro: Federico Lione y Debora Blanco (Pelambre y Matambre). Dibujo: Laura Parras, Damián Codesido, Lucila Gutiérrez, y Maximiliano Fredes y otros… Todos autoconvocados con un solo fin: agradecer a Pablo y a esta casa mágica, que nunca pregunta quién llega, sino qué tiene para mostrarle a los demás, porque en definitiva el arte es eso: entrega, juego, expresión, sentimiento… ¡VIDA!
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Mercedes - Bs As - Argentina |
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