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05/04/18
Por Adrián Terrizzano “Debe ser un error”, pensé y me senté a esperar el correo, o la llamada, o el sms, con el que Twitter me devolviese el acceso a mi cuenta. Pasaron las horas, largas, tediosas. Apenas un cartel que dice “Confirma tu número de teléfono”. Lo confirmo y nada. “Advertencia: esta cuenta está temporalmente restringida” informa Twitter a quienes intenten acceder al perfil @AdrianTerri. “Esta cuenta ha presentado actividad inusual. ¿Aún quieres verla?”, torpedea Twitter a mi averiada reputación digital. Menuda decepción la de los audaces que aún así “quieran verla”: un usuario normal, común, periodista, con 1.723 seguidores, que desde abril de 2010 tuiteó 52.200 veces (¡18 veces por día!). Sin pornografía, racismo, agresiones, ni nada de eso. Sin embargo… - ¿Por qué te “bloquearon”? Pero como Twitter no tiene la gentileza de dar explicaciones uno debe ponerse a conjeturar. La primera hipótesis es que fui denunciado por otro u otros usuarios porque mis tuits o imágenes de mi perfil “son abusivos o incitan al odio”. ¿Denunciado por “trolls” macristas que “debatieron” conmigo sobre el puente angosto de Luján justo antes del bloqueo? Es posible. ¿Censurado por retuitear cuentas vinculadas a la causa de Palestina al tiempo de una nueva masacre? Quién sabe. La segunda hipótesis es más tranquilizadora y ojalá sea la verdadera: dice que Twitter juzgó como “spam” que dejé de seguir a un centenar de cuentas en los días previos a la sanción. Raro porque practico esas “limpiezas” periódicamente, pero… Sea como fuere, la empresa californiana no se molesta en dar razones y uno puede pensar lo que quiera. La cuestión es que ya no puedo utilizar una herramienta de trabajo esencial, al menos en mi personal modo de ejercer el oficio. Porque Twitter es para mí una formidable fuente de información. Configurado a medida, “horizontaliza” a grandes medios y agencias alternativas, dirigentes porteños y del interior, noticias de la Argentina y del mundo. La más plural de las viejas “cableras”. Fue un amor no correspondido, sin dudas. Ocho años volcando allí noticias, reflexiones, fotos, información, opiniones… y así me paga el pajarito. Sudo frío: ¿Y si tomasen similar determinación Facebook, Whatsapp, Google? Me compro un mimeógrafo. En fin. Gracias a quienes se solidarizaron con @AdrianTerri ante esta situación y lo expresaron en Twitter y por otros medios. Sé que es una cuestión menor ante tantas desventuras globales y confío en que pronto volveré a utilizar la plataforma. Mas ya no volveré a discutir nada como antes en esa red, dado que el mundo está en manos de los que hablan solos y hay que dejarlos nomás en su letanía de mentiras. Dedicaré, creo, mis mejores esfuerzos a debatir en otros ámbitos. ¡Saludos!
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