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19/05/18
Por Susana Spano A entrar a la sala de conciertos del Colegio Nacional lo ví, sentado al piano, interpretando parte de la Sonata de Schubert que ejecutaría más tarde en el concierto. En su visita número veinticuatro ante mí está el hombre que desde hace setenta años comenzó un romance con el piano, que hoy sigue más vivo que nunca - Usted comenzó a tocar el piano a los nueve años ¿Qué lo llevó a inclinarse por este instrumento? Mis padres compraron un piano para mi hermana mayor y a mí me atrajo desde el principio. En ese momento estaba estudiando guitarra. Antes había estudiado el violonchelo en el colegio secundario para entrar en la orquesta pero el piano, desde que lo vi en mi casa, supe que era el instrumento para mí. - ¿A qué edad dio su primer concierto? - Como solista, a los catorce años, en el Conservatorio de Milwaukee Wisconsin. Pero no fui un niño prodigio; era buen estudiante, nada más. Y al ingresar a la Universidad de Northwestern, comencé a practicar más horas porque en el secundario no hay tiempo para dedicarse tanto. - Y cómo fue aquel primer concierto ¿Estaba muy nervioso? - Cuando uno es muy joven no hay nervios, al ir creciendo sí. Entonces se debe practicar mucho para superarlos. Y hasta la actualidad, cuando toco una pieza por primera vez, me siento nervioso. - Entre los compositores que usted ejecuta, ¿tiene algún preferido o hay varios que le interesan? - Tengo veinticinco preferidos y si hubiera que reducir el número, tal vez podríamos llegar a seis: Mozart, Beethoven, Schuman, Brahms, Chopin y Debussy. Esta noche toco justamente Debussy y Gershwin, que está entre mis veinticinco preferidos pero no lo puedo poner en la lista acotada porque no escribió tanto para piano, sin embargo me gusta mucho. - Usted es Presidente Honorario de Pro Arte Mercedes y tiene una suerte de romance con nuestra ciudad. ¿Qué siente cada vez que regresa a Mercedes? - Me siento muy cómodo porque cuando uno se dedica a esto, dar conciertos, realizar muchas giras, siempre hay stress pero en Mercedes lo siento mucho menos. Además esta sala es muy brillante y eso me ayuda; probablemente es la más brillante de la Argentina porque tiene una acústica increíble. El tiempo apremia y Votapek debe volver a repasar las obras. Dentro de unos momentos va a reencontrarse con el público que, expectante, aguarda reencontrarse otra vez con él. Al alejarme escucho el perlado toque de la Sonata en Mi Mayor de Scarlatti, que iniciará el concierto de esta noche. Envuelta en la magia de los sonidos llego a la salida, preguntándome si la sala del Colegio Nacional tiene una acústica asombrosa o, un artista prodigioso hace que los sonidos vuelen, libres, amalgamados en sonoridades nunca antes escuchadas.
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Mercedes - Bs As - Argentina |
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