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26/06/18
En medio de una durísima fase de grupo, cuando el ánimo de los argentinos ha decaído y vemos complicada nuestra permanencia en el torneo mundialista de fútbol, necesitamos de una vieja receta para calentarnos un poco, darnos esperanzas y levantar ese espíritu triunfalista que supo aparecer en ocasiones difíciles. La sopa, un plato que frío o caliente puede encontrarse en cada pueblo y cultura, además de alimento fortalecedor, es un símbolo de reunión, humildad y generosidad. El borsch, o “sopa rusa”, un exquisito potaje a base de remolacha, col y carnes, es disputada principalmente entre Rusia y Ucrania (aunque existen variedades de esta receta en toda la Europa Central y del Este, en países como Hungría, Bielorrusia, Moldavia, Rumania), de antigua tradición eslava, en fin, será el colorido convite que el artista invitado, Pablo Russo, luego de trascendidos que acreditaban su valor gourmet en la cocina, ofrecerá al público del Cine MAMM en una fascinante y arriesgada incursión culinaria que cerrará el ciclo de películas rusas que se han proyectado en junio. Con entrada libre y gratuita, este jueves 28, a las 19 horas, se podrá entonces disfrutar del fin de ciclo con “El discípulo”, de Kirill Serebrenikov (2016) y luego saborear el famoso “borsch” en su versión argentina.
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