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29/06/18
“Vengo porque me gusta cocinar para mis amigos”, dijo Pablo Russo antes de entrar al museo con sus utensilios preferidos y un paladar cargado de expectativas. Es que el ciclo de cine ruso en el MAMM presentó su última película, “El discípulo”, dirigida por Kirill Serebrennikov, y junto a ella, la aparición destacada del artista invitado que homenajeó al público presente con un plato típico del país que hoy grita los goles de un mundial futbolero: Borsch, la famosa sopa rusa. Fue un acto inédito para uno de los espacios culturales más importantes de la ciudad, donde la organización juntó ingredientes muy particulares por estos días: el arte, la Rusia blanca y el frío de junio que acaricia nuestra patria. Eso derivó en lo que el jueves por la noche se convirtió en una cena entre amigos del ciclo de cine que todos los meses propone una temática distinta. Atento al exigente público que el Museo de Arte recibe cotidianamente, Pablo Russo trabajó con máximo cuidado su desafío culinario: entre verduras, carnes, salsas y especias, el artista plástico fue ordenando las labores de un grupo de colaboradores que disfrutó junto al chef de la producción más emblemática, colorida y deliciosa de la cocina rusa. Borsch. Símbolo y orgullo de la Europa del este. El plato preferido de Nicolai Gogol, la zarina Catalina II y la bailarina Anna Pavlova. La humeante y placentera acción que combate el frío más intenso llegó al cierre del ciclo como la estrella de la noche. En sus orígenes, este plato ha sido elaborado con plantas silvestres o avena. Al cabo del tiempo fue evolucionando, haciendo de la remolacha su ingrediente estrella. Entre los aplausos finales de los créditos cinematográficos, Pablo Russo se presentó frente a los espectadores y compartió los primeros platos recién servidos. Fue felicitado, agradecido e interpelado por los más curiosos sobre su preparación. Si bien existe un común denominador en los ingredientes usados por diversas regiones a la hora de hacer Borsch, hay tantas elaboraciones como cocineros emprendan la aventura de su cocción. Papas, zanahorias, ajo… gustos y sabores cuidadosamente seleccionados. Pablo Russo prefirió compartir el plato y sus secretos. Nada de andar ocultando los ingredientes. Su toque personal, en el momento mismo del emplatado ha sido la salsa de tomate y la crema de leche. Juntas, en un maridaje de equilibrio perfecto, dieron un resultado asombro y bien apreciado por los invitados. Ha sido una noche inolvidable para quienes aman el séptimo arte y la cocina de autor. Un momento único que se multiplicará en el tiempo quedando en la retina de los presentes. Ha sido un acierto incalculable contar con la presencia de Pablo Russo, artista plástico, mentor de una estética original y exquisita, cocinando para sus amigos. Borsch – Ingredientes: Remolacha
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