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15/07/18
Un estudio del CONICET y el Centro de Investigaciones del Medioambiente (CIM) que depende de la Universidad Nacional de La Plata confirma que la del río Luján es la cuenca con más glifosato del país. El CONICET y el CIM, que depende de la Universidad Nacional de La Plata realizaron un trabajo en base a muestras que fueron tomadas en distintos años y que denotan un crecimiento de la presencia del herbicida que según cuentan los ambientalistas, proviene de los campos sembrados con soja y fumigados con este veneno, a través de los canales clandestinos que se hicieron en ellos. El agroquímico que fue calificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “potencialmente peligroso”, incluso llegó hasta el río Paraná a través de la cuenca del Luján. “En el río Luján los niveles de glifosato son de entre tres a cuatro veces mayor en los sedimentos que en el agua completa”, se dice en el informe, aclarando de esta manera que el potente herbicida está depositado en el fondo del cauce. La concentración sería de unos 8 miligramos por litro, lo que significaría de dos a cuatro veces superior a la detectada en un suelo cultivado con soja. El glifosato es el herbicida más usado en el mundo y también el más polémico. Vinculado durante muchos años a Monsanto y a los organismos modificados genéticamente, el uso del glifosato es una cuestión que va más allá de lo estrictamente científico y tiene profundas ramificaciones sociales, políticas y económicas. El glifosato es el principio activo de numerosos herbicidas comerciales. Aunque fue sintetizado por primera vez en los años 50, no fue hasta 1970 cuando John E. Franz, un químico de Monsanto, descubrió sus efectos herbicidas. Con el nombre de Roundup, empezó a comercializarse en 1974. Pero el éxito de Roundup llegó a partir de 1994-96 cuando Monsanto empezó a comercializar plantas genéticamente modificadas inmunes al efecto del glifosato, lo que permitía utilizar intensivamente el herbicida para eliminar las malas hierbas sin afectar el cultivo principal. Evidentemente, aunque tardó unos años, el uso del producto despegó de forma brutal. Y por si fuera poco, la última patente comercial de Monsanto acabó en el año 2000, con lo que empezaron a aparecer genéricos que hicieron aún más competitivo el uso de estas sustancias. El glifosato está en la lista de 'probablemente cancerígenos' de la OMS. La lista se elabora según el nivel de evidencia que existe y no sobre los efectos o riesgos que tienen las sustancias. Es decir que hay suficiente evidencia científica como para pensar que sea probable que la exposición al glifosato cause cáncer.
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