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31/07/18
En el Museo de Arte este mes del cine estará dedicado a la radiofonía, con el ciclo "Radiantes" y una serie de películas que semana a semana tratarán la temática. Con entrada libre, los jueves de agosto a partir de las 19 horas. Aunque lejos de los viejos tiempos, la radio ha sido y será siempre un lugar de encuentro con nosotros mismos. Una suerte de introspección a los más hondos sentimientos personales. Es cierto que en sus inicios era la familia la que se reunía alrededor del radio transistor para escuchar conciertos, vivir la inmediatez de la noticia destacada y hasta poder imaginar a los personajes clásicos de los maravillosos e inigualables radioteatros de la época. Con el advenimiento de la tecnología, nuevos lenguajes fueron ganando terreno y reemplazaron el interés de la radio por la novedad de aquellos días: la televisión. Más acá en el tiempo, las revolucionarias plataformas de difusión vía web cobraron fuerza y arrasaron con cualquier otro medio de comunicación en vigencia. Con este avance ha crecido la nostalgia por los viejos tiempos, pero no ha desaparecido la fiel costumbre de tener, aunque más no sea de fondo, a la radio. Es ella la que en definitiva, nos sigue acompañando en la soledad del secreto silencioso, bajo la tenue luz de algún banco de trabajo o con las esperanzas puestas en ese gol imposible que jamás habrá de llegar. La radio dará, por siempre, lo mejor de sí. Nos devolverá a nosotros y a nuestro interior, donde podremos seguir jugando con la imaginación. Un 27 agosto de 1920, en el techo del Teatro Coliseo, los posteriormente conocidos como “Los locos de la azotea”, brindaron la primera transmisión radial del mundo. Susini, Guerrico, Mujica, Romero y Gómez fueron los encargados de hacer realidad el sueño de la radiofonía argentina. Y universal. La excusa: trasmitir la Opera Pársifal de Richard Wagner. Todo un acontecimiento que se perpetuó en el invierno gélido del sur americano. Desde el MAMM, proponen reivindicar la vieja costumbre de creer en la radio, de sentirla como parte de nuestras vidas, de revivir junto a ella los momentos más transparentes experimentados en nuestra infancia. La radio. La que nos ha acompañado a lo largo de los años, será nuestra musa inspiradora para un ciclo de cine que tendrá, además, un cierre inolvidable. Agosto estará dedicado a ella, con su maravilloso ser de buenas intenciones y andar coqueto bajo el cielo del mundo. Este jueves, 2 de agosto, el ciclo titulado “Radiantes” comenzará con “Radio Days”, de Woody Allen (1988), uno de los films que más y mejor la retrató. Posteriormente, vendrán “The boat that rocked”, de Richard Curtis (2009); “Talk to me”, de Kasi Lemmons (2007) y “Good morning, Vietnam”, de Barry Levinson (1988). Será un mes especial, donde el lenguaje gestual y los 35mm estarán más juntos que nunca. O como nunca antes.
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