En el Día de la Industria, el contador Pablo Perazzo, tesorero de la CEM, destacó que «hacen malabares para subsistir». «Ellos son parte de esa linda locura de creer en el país, en la ciudad y en la gente, en momentos que es más fácil apostar al dólar o a las lebac”, opinó
Este domingo es el Día de la Industria y en ese sentido el contador Pablo Perazzo saludó a los “mayores generadores de empleo” en “momentos que es más fácil apostar al dólar o a las lebac”.
“Hoy es el Día de la Industria en un país donde los industriales Pymes hacen malabares para subsistir”, dijo Perazzo, quien es –además– concejal mandato cumplido y referente de la agrupación “Leales a Perón” en el PJ.
“Desde 2001 soy socio de la Cámara Económica Mercedina (sin ser industrial), para trabajar y colaborar con la industria local, creyendo en la importancia de las pymes industriales que son las mayores generadoras de empleo”, dijo Perazzo.
“Ellos son parte de esa linda locura de creer en el país, en la ciudad y en la gente, en momentos que es más fácil apostar al dólar o a las lebac”, agregó y saludó “a todos los industriales Pymes y a los compañeros de la Comisión Directiva de la Cámara Económica que hacen un laburo desinteresado, que es muy necesario para mostrar el único camino, el de la economía real, generando valor a través del trabajo”.
Perazzo participó en la Unión Industrial de la Provincia. En 2006 creó la UNAJE (Unión Argentina de Jóvenes Empresarios). Fue gerente general de FOGABA (fondo de garantías de la provincia) donde se batieron los récords provinciales de garantías a pymes. Además presentó un proyecto en Mercedes hace más de dos años para crear la Agencia de Desarrollo Productivo y Empleo. Actualmente es tesorero de la Cámara Económica Mercedina.
El Día de la Industria
Tal cual puede recogerse en “El historiador”, desde 1941 se celebra en Argentina el 2 de septiembre como el Día de la Industria. Paradójicamente, para homenajear a la Industria Nacional se eligió un hecho delictivo, concretamente, un episodio de contrabando. Eso fue lo que ocurrió aquel 2 de septiembre de 1587 en el territorio que hoy conocemos como la República Argentina y que entonces pertenecía al Virreinato del Perú.
El calendario recuerda aquel 2 de septiembre de 1587 cuando zarpó del fondeadero del Riachuelo, que hacía las veces de puerto de Buenos Aires, la carabela San Antonio al mando de un tal Antonio Pereyra con rumbo al Brasil. La San Antonio llevaba en sus bodegas un cargamento proveniente del Tucumán, fletado por el obispo de esa ciudad, Fray Francisco de Vitoria. Se trataba de tejidos y bolsas de harina producidos en la por entonces próspera Santiago del Estero. Lo notable es que dentro de las inocentes bolsas de harina, según denunció el gobernador del Tucumán Ramírez de Velasco, viajaban camuflados varios kilos de barras de plata provenientes del Potosí, cuya exportación estaba prohibida por Real Cédula. Es decir que la «primera exportación argentina» encubre un acto de contrabando y comercio ilegal.
El Obispo Francisco de Vitoria había servido en Charcas a un mercader y allí pudo entablar relaciones comerciales con los miembros más notables de la Audiencia, lo que le permitió obtener un permiso para importar esclavos desde el Río de la Plata. Hasta entonces no había entrado ni un solo esclavo por Buenos Aires. Vitoria fue el pionero del tráfico negrero en estas tierras.
El desarrollo industrial en estos territorios tardaría siglos en llegar. Recién hacia fines del siglo XVIII arribaron a Buenos Aires las primeras manufacturas inglesas, pero la masiva penetración de bienes importados imposibilitó el desarrollo industrial, que debió esperar largamente hasta entrado el siglo XX. El debate entre librecambistas y proteccionistas se extendió largamente durante los siglos XIX, XX y continúa en nuestros días.